miércoles, 27 de marzo de 2013

Resumen: ¿Cómo alcanzar el propósito eterno de Dios? Guillermo Cuart




Hacer Discípulos como Jesús lo hizo

1. El modelo: Jesús
Si debemos ser como Jesús, lo primero que hay que entender es que Él es nuestro modelo. Pero ser igual a Jesús no es serlo solamente en su santidad. Destacamos tres aspectos en que tenemos que imitar a Jesús:
a) En su espiritualidad y dependencia del Padre.
Jesús como hombre se hizo dependiente de su Padre. Le vemos vez tras vez buscando la soledad para estar con Él, pero también le vemos que se sometía a la voluntad de Su Padre y dependía de Él en todo: En su propósito (Jn. 6:36), en las obras poderosas que hacía (Jn. 14:10), en el hacer discípulos (Jn. 17:9-19), en la dirección dinámica de cada día (Jn. 5:19) hasta en lo que decía (Jn. 12:49). De la misma manera debemos depender, no de nosotros mismos, sino de su Espíritu (Jn. 15:5; Hch. 1:8; Col. 1:27-29; 2º Cor. 3:5-6)
b) En su carácter y disposición de corazón.
Ser semejantes a Jesús es mucho más que no pecar, sino que apunta a las actitudes más profundas del corazón. Jesús agradó a su Padre en todo: Su humildad, sencillez, su servicio. Jn. 5: 12-1341; 13:13-17
c) En obra y acción: qué hizo, cuándo, donde, con quién…
Si Jesús hizo todo  como el Padre le mostró, entonces nosotros tenemos que  mirar cómo Jesús hacía la obra para saber lo que nosotros tenemos que hacer. Tenemos que hacer lo que Jesús hacía, y no hacer lo que Jesús no hacía.

2. El mensaje a Proclamar: El Evangelio del Reino
(El único que engendra discípulos)
La palabra “evangelio” significa “buenas noticias”. Un “Reino” es una “forma de gobierno” donde hay una autoridad que reside en el Rey y en donde todos los demás son súbditos que obedecen. “El Reino de Dios” es el “Gobierno de Dios sobre toda su creación”.
La “buena noticia” que predicamos es que: “el hombre, que por el pecado ha quedado destituido de la presencia de Dios, tiene ahora la oportunidad de reconciliarse con Dios y volverse a colocar bajo su gobierno de amor”.
El Evangelio del Reino de Dios anuncia la verdad de Dios, la condición del hombre frente a Dios y le coloca frente  a la decisión y a la oportunidad de volverse a su Creador.
Este mensaje del Evangelio del Reino de Dios es el mensaje que encarnó y predicaba Jesús (Mr. 1:14-15) y los apóstoles (Hch 20:25 / Hch 28:31); y es el mensaje que se debe predicar a todo el mundo. (Mt 24:14)

3. El fruto esperado: Discípulos (según la definición de Jesús)
Mt. 28:19-20. Jesús nos mandó a hacer discípulos. ¿Cómo sabemos si alguien es o no un discípulo? Por las características que Jesús nos señaló que definen a un discípulo.
a) Amor supremo por Jesucristo (Lc. 14:26; Mt 10:37)
El Señor nos exige que el amor por Él sea muy superior a todo otro afecto. Dios nos pide que le entreguemos, por amor a Él, nuestros mayores afectos.
b)  Tomar la cruz (Lc 14:27)
Jesús les estaba diciendo a los aspirantes a discípulo que era imposible serlo sin abrazar la cruz. El muerto no protesta, no critica, no se rebela, se deja corregir. Sin tomar la cruz no hay salvación.
c) Renuncia a todo lo que posee (Lc. 14:33)
Todo lo que poseemos es del Señor, y por lo tanto somos sólo mayordomos. El dinero, los bienes, nuestro tiempo, nuestros planes de vida; todo debe estar disponible para ser usado para el Señor y sus propósitos.
d) Permanecer en la Palabra . (Jn 8:31-32)
En el llamado a la gran comisión se nos instruye a hacer discípulos y como nota importante es lograr que los discípulos guarden la palabra (enseñándoles que guarden), la vivan, la obedezcan, le den cumplimiento en toda su manera de vivir.
e) Amor entre los discípulos del Señor (Jn.13:34-35)
Como característica distintiva en un mundo de indiferencia y egoísmo, los discípulos deben vivir manifestando la naturaleza del Dios que invocamos por Padre, Dios es amor.
f) Necesidad de fruto  (Jn.15:8, 16)
Jesús dice aquí que el Padre es glorificado en nuestra acción de llevar fruto, y queda manifestado de manera evidente que un árbol esta vivo y saludable en la medida que podemos hallar en el fruto. Cuando hablamos de fruto Jesús no nos está hablando aquí del fruto de Espíritu, sino del resultado de nuestro trabajo e influencia, como en la parábola del sembrador cada semillas dio como fruto otras semillas, treinta, sesenta, ciento por uno.

4. La estructura de funcionamiento adecuada (El cuerpo de Cristo)
Ef. 4:15-16; Col. 2:19.  La figura de la Iglesia como Cuerpo nos da a entender la existencia de estrechos vínculos entre los miembros. Las coyunturas y ligamentos son articulaciones entre hermanos. Es a través de estos vínculos que se obtiene nutrición, ayuda y edificación. Al estar bien unido al cuerpo, cada hermano recibe su crecimiento de Cristo (la cabeza).
Encontramos, en las Escrituras, por lo menos cuatro tipos de relación fuerte entre hermanos:
a) Coyunturas de discipulado (Mt. 28:19; 2º Tim. 2:2)
Al igual que lo hizo Jesús. Es una relación vertical, donde por medio de una relación estrecha con el discípulo, se le transmite vida a través de la enseñanza por el ejemplo. El discípulo recibe esa vida a través de la sujeción.
b) Coyunturas de compañerismo (Mc. 6:7-13; Ecl. 4:9-12; 2º Cor. 2:12-13)
Esta relación específica es horizontal. En el compañerismo hay una responsabilidad mutua por edificarse el uno al otro, además de encarar juntos todas las tareas que Jesús nos encomendó.
c) Coyunturas familiares (Lucas 1:17, Ef. 5:25-28, Prov. 1:8)
Existe una iglesia en casa, todos los días, y esta iglesia es la familia. Los padres deben asumir la responsabilidad en la formación espiritual de los hijos (no solo intelectual). Así también el marido con su esposa.  Así, el buen perfume de Cristo será exhalado en nuestros hogares.
d) Unos a otros
(Rom. 12:10; 15:14; Gl. 5:13; Ef. 5:21; Col. 3:13,16; Stg. 5:16; 1º Tes. 5:11; etc.)
No somos un club social, somos el cuerpo de Cristo. Todos tenemos la responsabilidad de dar, y la necesidad de recibir: Consuelo, ánimo, exhortación, amonestación, confesión, perdón,honra, edificación, oración, servicio, etc. La vida de Cristo tiene que fluir a través de todos los miembros del cuerpo.

5. El ámbito de trabajo: Por las casas y por las calles (Hch. 2:46; 5:42)
La vida de la Iglesia de Jerusalén pasaba por el templo (el lugar más público de la ciudad, algo así como un Shopping) y por las casas. Cuando la Iglesia se extendió hacia los gentiles, el lugar donde esta vida sucedía era en los hogares (ver las salutaciones en las cartas de Pablo). Nunca tuvieron lugares específicos de reunión como los salones de hoy día.
La sencillez de estos ámbitos favorece a la relación y a la edificación mutua, además de generar el contexto adecuado para expresar nuestra militancia como Iglesia.

6. El alcance de nuestra misión: Hasta lo último de la tierra.
(Hch. 1:7-8; Mt. 28:19-20)
Dios mira desde otra perspectiva, no desde donde estamos nosotros. Dios mira un mundo, una raza, una cantidad de seres humanos creados a su imagen y corrompidos a causa del pecado. Dios ve desde los cielos, y desde allí se ve un Planeta. Un mundo que gira sustentado en la Palabra de Poder y que necesita la Palabra de la Reconciliación de manera urgente. Dios lo ve desde afuera hacia dentro. Jesús vino al mundo… Dios envió al Hijo…
Por eso es que no debiéramos pensar en que la Visión es comenzar a hacer discípulos desde Rosario, seguir por Santa Fe, continuar con Argentina hasta llegar a todo el mundo. En realidad partimos desde mirar a todo el mundo y luego nos preguntamos ¿Dónde comenzamos? Y ahí nos respondemos: Donde estemos.

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