viernes, 14 de febrero de 2014

LA VERDAD ABSOLUTA Y EL CARACTER DEL OBRERO DEL SEÑOR - W. Nee


Extractado de la nueva traducción del libro "El obrero cristiano normal" - Capítulo 10, parte 1 - W. Nee


Todo obrero del Señor debe confirmar el hecho de que la verdad es absoluta. Esto es posible sólo cuando la persona es librada de su yo. Muchos hermanos y hermanas no son absolutos en cuanto a la verdad debido a que son influenciados por otros, por cosas y por sentimientos personales. Cuando una persona no es absoluta con relación a la verdad, ella sacrificará la verdad de Dios por causa de la gente, de sí misma o sus propios deseos. Un requisito básico para ser un siervo del Señor es que nunca podemos sacrificar la verdad. Podremos sacrificar nuestras preferencias y nuestros deseos propios, pero nunca podemos sacrificar la verdad. El problema de muchos obreros radica en su relación natural con amistades, conocidos íntimos y familiares; y por agradar a tales conocidos, amigos y familiares, ellos comprometen la verdad. Dios no puede usar a tales personas. Si la verdad es la verdad, esta no debe ser comprometida por nada, ni siquiera por nuestros hermanos, parientes o amigos íntimos. Supongamos que el hijo de un obrero cristiano expresa su deseo de ser bautizado. Si el padre de este muchacho se da cuenta que el bautismo tiene que ver con la verdad, él debe llevar este asunto a los hermanos que guían en la iglesia para que ellos decidan si su hijo está listo para el bautismo o no. Pero puede surgir un problema si dicho
colaborador asume que su hijo sí es apto para el bautismo, y al hacer esto, sacrifica el grado absoluto que tiene la verdad. Él se deja influenciar por la relación que tiene con su hijo y ya no es absoluto a la verdad. Si lo fuera, él sería dirigido por la verdad como es presentada en la iglesia y no mezclaría su relación personal en dicho asunto. Consideremos otro ejemplo: Supongamos que en cierta localidad se suscita una controversia. Ciertos santos simpatizan con un grupo particular de hermanos y se ponen de su lado, mientras que otros tienen preferencia por otro grupo de hermanos. En vez de sentarse y calcular el precio de ser absolutos por la verdad y seguirla, ellos se dejan influenciar y son dirigidos por sus propios sentimientos. Esto no quiere decir que tales hermanos nunca hablen de la verdad, sino que ellos no están entregados en forma absoluta a la verdad. Ellos no la desechan por completo, aún se interesan en ella, pero no son absolutos a la verdad. Ser absolutos a la verdad significa que no permitimos que ningún sentimiento personal ni ninguna relación familiar se interponga con la verdad. Tan pronto se tomen en cuenta nuestras relaciones humanas en algún asunto espiritual, estaremos comprometiendo la verdad. Tan pronto
involucremos nuestras relaciones humanas en estos asuntos, la palabra de Dios y Sus mandamientos serán reducidos por factores humanos, y comprometeremos la verdad.

La Biblia contiene muchos mandamientos y ordenanzas, las cuales provienen de Dios, y Sus siervos necesitan predicarlas y anunciarlas. Por un lado, ya es hasta aburrido considerar a los que sólo hablan pero no practican lo que enseñan; por otro lado, no podemos ser siervos de Dios si no somos capaces de predicar más allá de lo que practicamos. Esto se debe a que la verdad es absoluta. La norma de la Palabra divina no debe ser reducida al nivel de nuestros logros personales. No podemos alterar la verdad de Dios buscando justificar nuestras carencias. Esto es
lo que significa ser absolutos a la verdad. Nuestro mensaje debe ir más allá de nosotros mismos, más allá de nuestra propia capacidad natural, de nuestros sentimientos y el interés personal que tengamos en hablar. Éste es un requisito elevado para todos los siervos del Señor. Debemos tener cuidado de no hacer algo de cierta manera para que afecte a los hermanos y hermanas, pero cuando la aplicamos a nuestra esposa o nuestros hijos lo hacemos de otra manera. La verdad siempre es absoluta. Dios desea que confirmemos la verdad en su grado absoluto. Si la Palabra de Dios dice algo, lo aceptamos tal y como es, no importa quien esté involucrado. No podemos hacer acepciones debido a que mantenemos relaciones personales con ellos. Si lo hacemos, estaremos alterando el nivel de la verdad de Dios. No estoy dando a entender que hablemos cosas que no sean verdad, sino que estoy hablando de sacrificar el grado absoluto de la verdad. Tenemos que aprender a confirmar lo absoluta que es la verdad, y aunque se trate de algún familiar nuestro no podemos transigir en esto. Nosotros estamos aquí para seguir a la verdad, no al hombre. Y estamos aquí para confirmar este hecho: la verdad es absoluta.

Muchas dificultades surgen en la iglesia debido a que los hijos de Dios sacrifican la verdad. Cierta iglesia local se dividió porque un hermano dijo: “Yo no tenía la intención de separarme de ustedes, pero anoche sucedió algo en la iglesia y no me lo informaron a mí; por esa razón, no me seguiré reuniendo con ustedes”. La verdad es absoluta. Si dicho hermano tenía alguna razón para separarse de los demás, lo debía de haber hecho aunque se le hubiera informado de aquel incidente. Asimismo, ya que no existe ninguna razón justificable para separarse de los hermanos, el hecho de no haber sido informado no constituye un argumento aceptable para dividirse de los demás. Si él fuese absoluto a la verdad, el hecho de recibir o no recibir información, no tiene ninguna relevancia. Si su separación se debió a la falta de información, eso significa que el hombre ha sido puesto encima de la verdad. En otra localidad surgió un problema sólo porque un hermano se ofendió debido a que hizo una pregunta en una reunión y no obtuvo respuesta; por esta razón quería tener la mesa del Señor y partir el pan apartado de los demás. Si era correcto separarse, debía de haber comenzado otra mesa mucho antes. Si no era correcto el separarse, entonces no debería tomar como excusa el hecho que no recibió una respuesta a su pregunta. Esto es lo que quiere decir ser absolutos a la verdad. Si tener mesas separadas concuerda con la verdad, entonces debemos tener mesas separadas aunque los hermanos estén muy ligados los unos con los otros. Pero si tener mesas separadas no está de acuerdo con la verdad, no debemos tenerlas aunque estemos ofendidos. Hermanos y hermanas, ¿pueden ver esto? Para servir al Señor se requiere que neguemos todos los aspectos de nuestro yo. Pero si mantenemos nuestro orgullo, egoísmo o el pensamiento de que debemos ser respetados como una condición para confirmar lo absoluto de la verdad, entonces nos estaremos poniendo a nosotros por encima de la verdad de Dios y estaremos dando a entender que nosotros somos más importantes que Su verdad. Esta actitud nos descalifica para servir a Dios. En nuestro servicio al Señor, tenemos que negar nuestro yo por completo. Ya sea que nos guste algo o no, o que no nos agrade la manera en que se hace algo en la iglesia o que nos sintamos heridos por algo en particular, estas cosas no tienen nada que ver con el asunto. Si algo debe hacerse de cierta manera debe de hacerse sin importar lo que sintamos; debemos hacerlo aun si sufrimos mucho por ello. Incluso si otros nos tratan mal, nos menosprecian o piensen que no valemos nada, aun así tenemos que hacerlo. No podemos obligar a la verdad de Dios a que siga cierto camino sólo porque nosotros queremos seguirlo. El hombre es muy osado; siempre trata de obligar a que la verdad de Dios lo siga a él.

Tenemos que ver la gloria de la verdad de Dios. No debemos proyectar nuestros sentimientos e introducirlos en la verdad. Si nos comparamos con la verdad de Dios, no sólo debemos considerarnos insignificantes ante ella, sino que debemos considerarnos como si no existiésemos. Si mezclamos nuestro yo, aunque sea un poco, inmediatamente crearemos problemas. Un hermano, que había sido criticado en otros lugares, vino a la iglesia y se sintió muy contento de estar entre nosotros. Él pensaba que había sido criticado injustamente en los lugares donde había estado antes, pero nunca había tocado realmente la verdad delante del Señor, sólo había sido impresionado agradablemente por algunos hermanos. Tal hermano era muy indisciplinado en su conducta. Poco tiempo después, otro hermano le dijo: “Hermano, tú has sido muy suelto en tu manera de ser”, y procedió a mencionarle algunas faltas en su conducta. Ésta fue una palabra de verdad dicha en amor. Pero cuando este hermano oyó eso, se alejó muy ofendido, y dijo señalando en su enojo: “Con razón tanta gente está en contra de esta iglesia. Merece ser criticada”. Hermanos y hermanas, este hermano no era absoluto en relación con la verdad. Si lo hubiera sido, no habría dicho esto cuando se le exhortó. Debido a que no era absoluto a la verdad, cambió de tono apenas fue reprendido.

¿Qué significa ser absolutos en relación con la verdad? Significa hacer a un lado nuestros sentimientos, no hacer caso de nuestras relaciones naturales y no tomar en cuenta a nuestro yo. La verdad es absoluta. Nuestros sentimientos, relaciones, experiencias y tropiezos personales no deben interferir con la verdad. Ya que la verdad es absoluta, lo correcto es correcto y lo incorrecto es incorrecto. Cierto hermano que es líder en muchos lugares, ha tomado nuestro camino y decidió
tomar la misma posición con respecto al testimonio de la iglesia. Si el camino que nosotros seguimos es el correcto, no cambiará por el hecho de que este hermano esté con nosotros o no. Si el camino que tomamos está equivocado, no puede corregirse solamente porque este hermano lo haya tomado. El hecho que este camino sea el correcto no tiene nada que ver con que este hermano lo siga o no. Aun si él cae, el camino sigue siendo el correcto porque la verdad es absoluta. Sin embargo, muchos siguen a este hermano y piensan que si este hermano está en lo correcto, el camino que él elija también debe ser el correcto y que si el hermano está equivocado, el camino que él siga también está equivocado. ¿Sus ojos están puestos en la verdad o en cierta persona? Esto no quiere decir que debamos ser descuidados en cuanto a este asunto; nunca debemos ser descuidados. Debemos mantener el testimonio de Dios. Este es un hecho. Al mismo tiempo debemos saber que si este camino es el correcto o no, no depende del hombre, sino de la verdad. ¿Esto quiere decir que si algunos cristianos pecan, dejaremos nosotros de ser cristianos? ¿Significa acaso que cuando muchos hijos de Dios caen, dejaremos nosotros de ser creyentes? ¿Quiere decir esto que cuando muchos hijos de Dios pierden su testimonio, Nosotros ya no seremos creyentes? No, hermanos y hermanas, la verdad es absoluta. Incluso si muchos cristianos fallan, el Señor sigue siendo digno de nuestra confianza, y nosotros debemos seguir confiando en Él. Aun si muchos hijos de Dios pecaran, nosotros seguimos siendo hijos de Dios; no debe haber ningún cambio. Esto no significa que ahora los hijos de Dios tengan libertad para pecar o que los cristianos tengan libertad para fallar. Lo que quiere decir es que la verdad es absoluta. Si creer en el Señor es lo correcto, debemos creer en Él aun cuando otros no crean. Si es correcto ser cristianos, debemos ser cristianos aun cuando todos los demás hayan caído. El asunto no depende de lo que otros hagan, sino de si ésta es la verdad o no. Muchas divisiones en la iglesia, muchos problemas en la obra y muchas disputas entre los obreros se acabarán cuando pongamos a un lado las relaciones, sentimientos y problemas personales.

Ser absolutos a la verdad no es un asunto pequeño. No podemos ser indiferentes a esto. Si somos descuidados en cuanto a este asunto, lo seremos en todo. A fin de confirmar la verdad, tenemos que renunciar a nosotros mismos. Si no tenemos tal corazón y hábito por la verdad, tarde o temprano tendremos problemas. Algunos hermanos dicen: “Le doy gracias a Dios por traerme a esta reunión. He recibido mucha ayuda”. Esto no significa que tal hermano sea absoluto por la verdad. Tal vez sólo se sienta emocionalmente ligado a este lugar, pero cuando algo desagradable le sucede, puede cambiar de actitud y pensar que está en el lugar equivocado. No obstante, la verdad siempre es absoluta. Si este es el lugar correcto, lo es; y si no lo es, no lo es. No puede ser el lugar correcto solamente cuando le parezca bueno a tal hermano, y deje de ser el lugar correcto cuando no le parezca bueno a él. Si él opina que es correcto o incorrecto dependiendo de la manera en que los demás lo tratan, entonces ¡él debe ser lo más importante que existe en el mundo! ¡Para él la verdad no es importante; él es importante! Él no es absoluto por la verdad. Muchos de los problemas surgen de esto. Dios demanda que seamos disciplinados a tal grado que en todo podamos ponernos a un lado a nosotros mismos y a nuestros sentimientos. Poco importa si nos sentimos contentos u ofendidos; nuestra dirección no debe ser afectada por nuestros sentimientos personales. Si Dios afirma que esto es lo correcto, ciertamente lo es. Si Dios afirma que no es, no lo es. Si Dios afirma que este es el camino correcto, tenemos que seguir este camino aun si todos los demás rehúsan seguirlo; no lo tomamos porque sea muy agradable o porque cierto hermano lo toma. Si este es el camino correcto, debemos tomarlo, incluso si ninguno de los hermanos lo tome. La verdad es absoluta, y ningún ser humano debe influenciarnos de ninguna forma. Si introducimos el elemento de consideración humana, estaremos afirmando que el hombre es más importante que la verdad.

Todo juicio que hagamos debe basarse en la verdad y no en los individuos. Cada vez que la base del juicio se cambia de la verdad al individuo estaremos comprometiendo el camino de Dios y Su verdad. La base de todo juicio es la Palabra de Dios y su fundamento es la verdad. Además, debemos actuar siempre de la misma manera sin importar si los demás nos tratan bien o mal. Siempre que nos enfrentemos a una situación debemos indagar cuál es la verdad de Dios; no debemos dejarnos guiar por nuestros propios sentimientos. Nunca debemos introducir nuestros conceptos ni nuestros sentimientos personales en la obra de Dios. Si la verdad de Dios nos indica que debemos separarnos por completo, debemos cortar los lazos aun con nuestros mejores amigos, pese a que tal vez hayamos tenido mucha amistad con tales personas o incluso hayamos convivido con ellos por muchos años. Cuando lo absoluto de la verdad nos llama a separarnos, debemos obedecer. Los afectos humanos no tienen cabida aquí. En cambio, si la verdad nos indica que no debemos separarnos, no debemos hacerlo, aun cuando diariamente estemos discutiendo e irritándonos unos a otros. Si solamente estamos juntos por razones personales, no conoceremos cuál es la verdad y no podremos avanzar.

Hermanos y hermanas, este es un asunto muy básico. El camino que tenemos ante nosotros está estrechamente relacionado con las lecciones que recibamos de parte del Señor. Si nos centramos en lo grande e importantes que somos, sacrificaremos la verdad. A fin de confirmar la verdad de Dios, debemos mantener a raya a nuestro yo. Todos poseemos nuestro propio temperamento y sentimientos, pero no podemos alterar la verdad de Dios por causa de nuestros sentimientos y temperamento. Ningún ministro de Dios debe sacrificar, ni comprometer, la verdad divina por causa de su propio bienestar. Si consideramos la verdad de Dios de una forma muy baja, no tendremos futuro espiritual con Dios. Cuando un juez preside en un tribunal, debe ser absoluto para con la ley. Un crimen debe ser declarado crimen y un hombre inocente debe ser declarado inocente. Ningún juez debe declarar inocente a un culpable sólo porque sea amigo o familiar suyo; si hiciera esto, se crearía desorden. La ley es absoluta; no debe tomar en consideración los sentimientos personales. Sería terrible si un acusado fuera declarado culpable sólo porque el juez lo considere enemigo suyo. Todo juez debe confirmar la ley. Del mismo modo, nosotros debemos creer en Dios, servirle y confirmar Su verdad. No debemos mezclar nuestros sentimientos personales en esto. Espero que recuerden que todos nuestros sentimientos personales deben ser negados. Todos debemos experimentar el trato del Señor. Debemos decirle: “Señor, yo no soy nada; Tu verdad es absoluta”. Si hacemos esto, no habrá más disputas ni problemas en la obra. Una gran ventaja que tendrían los colaboradores al confirmar la verdad de Dios, es la gran libertad que tendrían entre ellos cuando compartan la palabra o laboren. Todo se haría como debe de hacerse sin preocuparse de las reacciones de otros. Si todos viéramos el carácter absoluto de la verdad, sólo nos preocuparíamos por una cosa, y ésta es, saber si algo fue hecho según la voluntad y decisión de Dios o no. Si lo hacemos así no temeremos. Pero si no somos absolutos por la verdad, nos será difícil avanzar, pues siempre que se suscite algo nos detendremos a considerar cuál será la reacción del hermano Wang, la opinión del hermano Chow y las acciones del hermano Liu. Ya que los tres tienen distintos temperamentos, tendremos que hacer un poco de compromisos por aquí y otro poco por allá. Eso sería terrible. La verdad sería sacrificada. Si esta es la manera en que hacemos las cosas, no seremos capaces de hablar con franqueza ni de tomar decisiones por temor a ofender a los hombres. Y si éste es el caso, se suscitarán problemas entre nosotros. Pero si un grupo de hombres sólo se interesa por la verdad de Dios y rechaza por completo los métodos humanos, ciertamente esa será una bendita compañía de hombres. Si ellos rechazan firmemente toda manipulación y diplomacia de los hombres, y no hacen compromisos ni tratan de mitigar nada por manos humanas, sino que hacen todo estrictamente según la voluntad de Dios, podemos asegurar que ese grupo estará bajo la plena bendición de Dios. Si entre los colaboradores podemos tomar el camino de la verdad en forma absoluta, podremos decir lo que hay que decir y hacer lo que debemos hacer. De lo contrario, habrá muchas consideraciones, diplomacia y reformas, y la iglesia dejará de ser la iglesia.


Tenemos que resolver este asunto sobriamente delante del Señor. Este es un asunto muy serio y crucial. Debemos tener presente que en la obra del Señor no hay cabida en absoluto para las emociones o sentimientos personales. Aun si nuestros sentimientos personales pudiesen influenciar positivamente a otros para que reciban la verdad, aún así, en la obra, no debemos darle cabida a ningún sentimiento humano. Podemos influenciar a una persona a recibir la verdad al invitarla a comer, pero eso no está bien. La verdad es absoluta. Podemos hacer algo con una buena intención, a fin de mantener la verdad, pero la verdad no necesita de la ayuda humana para mantenerse. La verdad tiene su propia posición, su propia autoridad y su propio poder, y no requiere de la intervención humana para permanecer firme. No necesitamos ayudar a la verdad ni brindarle la mano, ni debemos temer que alguien la pueda rechazar. Lo único que tenemos que hacer es aprender a honrar la verdad de Dios, seguir el camino de Su verdad y nunca comprometerla en ninguna manera.

1 comentario:

  1. CUIDADO CON LA VERDAD ABSOLUTA

    Toda persuasión se nutre de un mensaje sencillo, claro y contundente. Resulta mucho más fácil convencer a alguien si nuestro objetivo está argumentado de forma sólida y expresada sin artificios. Por ello, es recomendable utilizar el míni­mo de palabras, pero que éstas sean muy bien escogidas. Sin embargo, esto no quiere decir que sea necesario ir con la verdad abso­luta a cuestas.

    http://psicologia-terapias.blogspot.com.ar/2014/02/cuidado-con-la-verdad-absoluta.html#.Uv6NGWJ5Pdc

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.