sábado, 8 de marzo de 2014

Una Vida Llena del Espíritu 2da. Parte - A. W. Tozer

Todo Cristiano puede Recibir un Derramamiento Abundante del 
Espíritu Santo

llenaos del Espíritu. Efésios 5.18

Que todo cristiano puede y debe ser lleno de Espíritu Santo difícilmente parece ser tema de un debate entre cristianos. Sin embargo, algunos argumentan que Espírito Santo no es para simple cristianos, pero sólo para ministros y misioneros. Otros sostienen que la porción del Espíritu recibida en la regeneración es idéntica a aquella recibida por los discípulos en el Pentecostes y cualquier esperanza de una plenitud adicional después de la conversión simplemente está basada en el error. Algunos expresarán una vaga de que algún día podrán ser llenos del Espíritu, y aún otros evitarán el asunto alegando que poco saben al respecto y que este tema sólo puede causar confusión.
Me gustaría afirmar con osadía que todo cristiano puede recibir un derramamiento abundante del Espíritu Santo en una porción muy además de aquella recibida en la conversión, y también diría que esta sería muy además de aquella disfrutada por la posición y lugar de destaque de algunos cristianos ortodoxos de hoy. Es importante que entendamos bien esta verdad, pues en cuanto que existan dudas es imposible tener fe. Dios no sorprenderá un corazón dudoso con una efusión de Espírito Santo, ni visitará alguien que haya dudas doctrinarias sobre la posibilidad de ser lleno del Espíritu.
Para cesar las dudas y crear una expectativa segura, recomiendo un estudio reverente de la Palabra de Dios. Estoy pronto para basar mi conjetura en las enseñanzas del Nuevo Testamento. Si un examen cuidadoso y modesto de las palabras de Cristo y de Sus apóstoles no llevar a la convicción de que podemos ser llenos de Espírito Santo en este momento, entonces no veo razón para pescar en otra fuente, una vez que poco importa lo que este o aquel educador religioso dijo a favor o contra esta proposición. Si la doctrina no es enseñada en las Escrituras, inmediatamente no puede ser sostenida por ningún argumento, y todas las exhortaciones a que sean consideradas no tienen valor.
No presentaré aquí un caso para la afirmativa. Que aquel que tiene dudas examine la evidencia por sí aún, y llegarse a la conclusión de que no hay justificación en el Nuevo Testamento para creer que puede ser lleno del Espíritu, que él cierre este libro y ahórrese del trastorno de continuar a leerlo. Lo que digo de aquí para frente dice respeto a hombres y mujeres que superaron sus dudas y están convencidos de que, cuando cumplen las condiciones, pueden, de hecho, ser llenos de Espírito Santo.

El Hombre debe tener la certeza de que Desea ser lleno del Espíritu

Antes de ser lleno del Espíritu, el hombre debe tener la certeza de que desea que esto acontezca. Y esta cuestión debe ser llevada en serio. Muchos cristianos quieren ser llenos del Espíritu, pero su antojo es un tipo de sentimiento romântico e indistinto que difícilmente merece ser llamado de antojo. Ellos no tienen idea de cuánto les costaría darse cuenta de esta verdad.
Imaginese que estamos conversando con una persona que tiene dudas, algún joven cristiano impulsivo, digamos, que nos buscó para aprender sobre la vida llena del Espíritu. De la manera más gentil posible, consideran la naturaleza intencional de las preguntas, buscaríamos en su alma de la siguiente forma: "Usted tiene La certeza de que desea ser lleno de un Espíritu que, aunque sea como Jesus en Su bondad y amor, pedirá que sea Señor de su vida? Usted está dispuesto a dejar que su personalidad sea controlada por otra, aunque esta sea el Espíritu del propio Dios? Si asumes el control de su vida, el Espíritu esperará una obediencia incondicional en todo. Él no tolerará en usted los pecados del ego aunque estos sean permitidos y perdonados por la mayoría de los cristianos.
Cuando digo pecados del ego me refiero a amor-propio, autocomiseracion, egoísmo, autoconfianza, fariseísmo, auto-exaltación, autodefensa. Usted descubrirá que el Espíritu hace firme oposición a las maneras fáciles del mundo y de la masa heterogénea que están dentro de los límites de la religión. Él tendrá celos de usted para su propio bien. Jamás permitirá que usted se comporte con ostentación, vanaglóría o exhibicionismo. Colocará el control de su vida lejos de su alcance. Hará que los justos lo prueben, lo disciplinen, el castiguen por amor a su alma. Podrá privarlo de muchos de aquellos placeres inciertos que otros cristianos disfrutan.
Por todo eso, Él irá envolviendolo en un amor tan inmenso, tan poderoso, tan amplio, tan maravilloso que sus pérdidas parecerán ganancias, y sus pequeños dolores, alegrías. Pero, la carne protestará bajo el fardo del Espíritu e irá a censurarlo como un yugo muy pesado para ser cargado. Y usted tendrá permiso para disfrutar del solemne privilegio de sufrir para llenarse de aquello que está por detrás de las aflicciones de Cristo en su carne por amor del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Delante de esas condiciones, ¿usted aún quiere ser lleno de Espíritu Santo?" Si eso parezca serio, nos acordemos de que el camino de la cruz nunca es fácil. El brilo y la fascinación que acompañan los movimentos religiosos populares son tan falsos como el resplandor en las alas del ángel de las tinieblas cuando él, por un instante, se transforma en ángel de luz. La timidez espiritual que teme mostrar la cruz en su verdadero carácter no debe ser justificada bajo ninguna razón. Ella puede resultar sólo en frustración y tragedia en el final.

El deseo de ser Lleno del Espíritu debe ser Extremadamente Profundo.

Antes que seamos llenos del Espíritu, el deseo de ser lleno debe ser extremadamente profundo. Debe ser, por ahora, la cosa más importante de la vida, tan intensa, a punto de impedir la entrada de cualquiera otra cosa. El grado de plenitud en cualquiera concuerda perfectamente con la intensidad del verdadero deseo. Tenemos tanto de Dios cuanto, en la verdad, nos gustaría tener. Uno de los mayores impedimentos para una vida llena del Espíritu es la teología de la complacencia tan ampliamente aceptada entre los evangélicos de nuestros días. De acuerdo con esta visión, el deseo intenso es una evidencia de incredulidad y prueba de la falta de conocimiento de las Escrituras. Una refutación suficiente de esta posición es suministrada por la propia Palabra de Dios y por el hecho de que ella siempre deja de producir la verdadera santidad entre aquellos que la defienden.
Por lo tanto, dudo que una persona que ya recibió aquella inspiración divina con la cual nos preocupamos aquí no haya experimentado un momento de profunda ansiedad y agitación interior. El contentamento religioso siempre es el enemigo de la vida espiritual. Las bio-grafías de los santos enseñan que el camino para la grandeza espiritual siempre fue por medio de mucho sufrimiento y dolor en lo íntimo. La frase "El camino de la cruz", aunque aparezca en determinados grupos con el sentido de algo muy bello y hasta agradable, aún significa para el verdadero cristiano lo que siempre significó: el camino del rechazo y de la pérdida. A nadie jamás le gustó una cruz, así como a ninguno jamás le gustó una horca. El cristiano que está a la busqueda de cosas mejores y que, para su temor, se vio en un estado de total desesperación consigo no necesita sentirse desanimado. El desespero con el ego, cuando es acompañado de la fe, es un buen aliado, pues destruye uno de los enemigos más poderosos del corazón y prepara el alma para la ministracion del Consolador.
Una sensacion de completo vacío, de frustración y de tinieblas puede (que se estemos atentos y conocedores de lo que está aconteciendo) ser el fantasma en el valle de las sombras que lleva a aquellos campos fructíferos de lejos. Si no entendiéramos bien este principio y que resistamos esta visita de Dios, podemos perder por completo todos los beneficios que un Padre celeste y bondadoso tiene en mente para nosotros. Si cooperáramos con Dios, Él llevará los auxilios naturales que nos sirvieron, como la figura de la madre o de una enfermera, por tanto tiempo y nos colocará en un lugar donde no podremos recibir otra ayuda sino a del propio Consolador. Él arrancará aquella cosa falsa que los chinos llaman de "faz" y nos mostrará cuánto arduamente somos realmente pequeños. Cuando hubiera acabado Su obra en nosotros, sabremos lo que nuestro Señor quiso decir cuando dijo: "Bienaventurados los humildes de espíritu" (Mt 5.3).
No se olvide, sin embargo, de que en estas disciplinas arduas no seremos abandonados por nuestro Dios. Él nunca nos dejará ni nos desamparará, ni se quedará airado con nosotros ni nos reprobará. No quebrará Su alianza ni cambiará las palabras que salieron de Sus labios. Él nos guardará como la niña de Sus ojos y celará por nosotros como una madre a cuidar de su hijo. Su amor no fallará aunque esté conduciéndonos a una experiencia tan real y tan terrible de crucificción de nuestro ego, de modo que sólo podemos expresarla por medio del llanto: "Dios mío, Dios mío, por qué me desamparaste?" (Sl 22.1; Mt 27.46).

El Valor de la Experiencia de Privación

En este momento, busquemos mantener nuestra teología en este sentido en lo que concierne a todo eso. No hay en esta difícil privación un remoto pensamiento de mérito humano. La "noche oscura del alma" no conoce un rayo turbio de la luz engañosa del farisaísmo. No merecemos la unción que anelamos por medio del sufrimiento, ni esta devastación del alma hace con que seamos personas estimadas por Dios ni nos da otro favor a sus ojos. El valor de la experiencia de privación está en su poder de en los desvincular de los intereses pasajeros de la vida y en los lanzar de vuelta a la eternidad. Sirve para vaciar nuestros floreros terranales y prepararnos para el infundir de Espíritu Santo.
Lo que se llene del Espíritu, por lo tanto, exige que abramos mano de nuestro ser como un todo, que nos sometamos la una muerte interior, que liberemos nuestro corazón de aquel desecho adâmico que se acumuló al largo de los siglos y abramos todos los compartimentos de nuestro ser para el Invitado celestial. El Espíritu Santo es una Persona viva y debe ser tratado como tal. Nunca debemos pensar En él como una energía ciega ni como una fuerza impersonal. Él oye, ve y siente como cualquiera otra persona. Él habla y oye cuando hablamos. Podemos agradarle, entristecerlo o callarlo como podemos hacerlo con cualquiera otra persona. Él responderá a nuestro tímido esfuerzo por conocerlo y vendrá a su encuentro en medio del camino.
Por más maravillosa que sea esta experiencia o la crisis de ser lleno del Espíritu, debemos recordar que eso es sólo un medio para que alcancemos algo mayor: que es el piso en el Espíritu durante una vida, ser habitado, dirigido, enseñado y fortalecido por Su poderosa Persona. Y para continuar, por lo tanto, a andar en el Espíritu es preciso que, cumplamos ciertas condiciones. Estas nos son presentadas en las Sagradas Escrituras y están descritas allí para que todos vean.

Una Vida llena del Espíritu

El ser lleno del Espíritu requiere, por ejemplo, que vivamos de acuerdo con La Palabra de Dios como un pez que vive en el mar. Con eso no quiero decir que debimos simple-miente estudiar la Biblia, ni que hagamos un "curso" sobre la doctrina bíblica. Quiero decir que debemos "meditar de día y de noche" en la Santa Palabra, que debemos amarla, en deleitarnos con ella y la digieres todo el tiempo. Cuando las actividades de la vida exigen nuestra atención, podemos, sin embargo, con un tipo de reflexión bendecida, mantener siempre la Palabra de la Verdad en nuestra mente.
Por lo tanto, si agradamos el Espíritu que habita en nosotros, todos debemos tener una buena relacion con Cristo. La obra presente del Espíritu es honrar a Cristo, y todo que Él hace tiene esta tarea como su principal propósito. Debemos hacer que nuestros pensamientos sean un santuario limpio para Su santa habitación. Él habita en nuestros pensamientos, y pensamientos deshonrosos le son tan repulsivos. Sobre todo, debemos tener la disposición de fe que continuará firme por más radical que pueda ser la inestabilidad de nuestros estados emocionales.
La vida en la que el Espíritu habita no es una edición de lujo del cristianismo que debe ser disfrutada por determinados cristianos extraordinarios y privilegiados que, por casualidad, son mejores y más sensibles que el resto. Al contrario, es el estado normal para todo hombre y mujer remido en todo el mundo. Y "el misterio que habia estado oculto de los siglos y de las generaciones; ahora, sin embargo, se manifestó a sus santos; a los cuáles Dios quiso dar a conocer cual sea la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, es decir, Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria" (Cl 1.26-27). Faber, en uno de sus bellos y reverentes himnos, dedicó estas maravillosas palabras a Espírito Santo:

Océano, inmenso Océano que fluye, Tú eres el Amor que no tuvo principio; Estremezco en mi alma Siento el mover de Tus aguas.Tú eres un mar sin playa; Tremendo e infinito Tú eres; Un mar que puede limitarse dentro de mi pequeño corazón.

El llamado más alto

Si Dios lo ha llamado usted para que sea verdaderamente como Jesus con todas las fuerzas de su Espíritu, Él lo estimulará para que lleve una vida de crucifixión y de humildad y Le exigirá tal obediencia que usted no podrá imitar a los demás cristianos, pues Él no permitirá que usted haga lo hacen otros, en muchos aspectos.
Otros, que aparentemente son muy religiosos y fervorosos, pueden tener a sí mismos en alta estima, pueden recoger influencia y resaltar la realización de sus planes; usted, sin embargo, no debe hacer nada de eso, pues, intentar hacerlo, fracasará de tal modo y merecerá tal reprobación por parte del Señor, que usted se convertirá en un penitente lastimoso.
Otros podrán hacer alarde de su trabajo, de sus éxitos, de sus escritos, pero El Espíritu Santo no Le permitirá a usted ninguna de esas cosas. Si usted comienza a proceder de esa forma, Él lo consumirá en una mortificacion tan profunda que usted depreciará todas sus buenas obras.
A otros será permitido conseguir grandes sumas de dinero y darse a lujos supérfluos, sin embargo Dios sólo proporcionará a usted el sostén diario, porque quiere que usted tenga algo que es muy más valioso que el oro: una absoluta dependencia De él y de Su invisible tesoro.
El Señor permitirá que los demas reciban honras y se destaquen, mientras lo mantiene a usted oculto en la sombra, porque Él quiere producir un fruto selecto y fragante para Su gloria venidera, y eso sólo puede ser producido en la sombra.
Dios puede permitir que los demás sean grandes, pero usted debe continuar siendo pequeño; Dios permitirá que otros trabajem para Él y ganen fama, sin embargo hará que usted trabaje y se desgaste sin que ni aún sepa cuanto está haciendo.

Después, para que su trabajo sea aún más valioso, permitirá que otros reciban el crédito por lo que usted hace, con el fin de enseñarle el mensaje de la cruz: la humildad y algo de lo que significa participar de Su naturaleza. Espíritu Santo mantendrá sobre usted una estricta vigilancia y, con celoso amor, le reprobará por sus palabras, o por sus sentimientos indiferentes, o por mal gastar su tiempo, esas cosas que parecen no preocupar a los demás cristianos.
Por eso, habitúese a la idea de que Dios es un soberano absoluto que tiene el derecho de hacer lo que Le plazaca con los que Le pertenecen y que no puede explicarle las infinidades de cosas que podrían confundir su mente por el modo como Él procede con usted. Dios le tomará la palabra; y si usted se vende para ser Su esclavo sin reservas, Él lo envolverá en un amor celoso que permitírá que otros hagan muchas cosas que a usted no le son permitidas. Sépalo de una vez por todas: usted tiene que entenderse directamente con Espíritu Santo acerca de esas cosas, y Él tendrá el privilegio de atar su lengua, o de colocar esposas en sus mano o de cerrar sus ojos para aquello que es permitido a los demás. Sin embargo, usted conocerá el secreto del reino.



Cuando estuviera poseído por el Dios vivo de tal manera que se sienta feliz y contento en el íntimo de su corazón con esa peculiar, personal, privada y celosa tutoría y con ese gobierno de Espíritu Santo sobre su vida, entonces habrá encontrado la entrada de los cielos, el llamado mas alto de Dios.

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