lunes, 26 de mayo de 2014

Parcela de trabajo - Guillermo Cuart

Todos tenemos una lista de oración. Una lista con personas conocidas que aún no se han convertido al Señor y por las que estamos orando para que finalmente le conozcan. Tal vez no la tenemos en un papel (aún), pero si en nuestras mentes y corazones. Algunas de ellas son muy queridas, porque son parte de nuestra familia, o porque fueron amigos de toda la vida. Otras son personas con las que compartimos todos los días: compañeros de trabajo, de estudio, vecinos… y cuando pensamos en  nuestros familiares (tíos, primos,…), o en antiguos compañeros, o aquellos que hace mucho no vemos; esta lista se hace interminable.

Cuando hablamos de la parcela de predicación estamos queriendo decir algo diferente: Es una lista mucho más pequeña, tal vez con no más de tres o cuatro nombres. En ella se encuentran las personas a las que les estamos predicando y siguiendo, o que estamos planeando ir a hablarles del Señor. Son nombres que tal vez están en nuestra lista de oración, o que conocimos al predicarles en nuestro diario andar, y que al mostrarse abiertas al evangelio, hemos comenzamos a seguir. Lo importante es que nos ayuda a mantenernos enfocados en lo que hacemos para el Señor día a día, a concentrar nuestro esfuerzo específicamente en alguien. Es una lista de oración, porque dependemos del Señor para hacer la obra; pero también es un compromiso de acción, donde cumplimos el mandato del Señor de IR.

Así como aquel valiente de David, Sama hijo de Age, defendió un pequeño terreno de lentejas de la invasión filistea cuando todos los demás israelitas habían huido, y Dios le dio una gran victoria (2° Samuel 23:11-12); nosotros nos paramos y luchamos por estos pocos nombres delante del Señor. “Es terreno de Dios y del diablo” (Así solía decirnos Ivan Baker mientras sacaba de su bolsillo un pequeño papel lleno de nombres).

La cantidad de nombres que compongan la parcela de oración depende de las posibilidades de cada uno. Algunos podrán seguir a tres, otros a cinco, otros a diez. Otros a uno. No importa cuántos sean, cada uno sabe cuánto puede. “…todo aquél que lleva fruto, (mi Padre) lo limpiará, para que lleve más fruto” (Jn. 15:2).


Es muy bueno también, en nuestros encuentros por las casas, hacer una parcela grupal. En ella, cada uno coloca el primer nombre de su parcela, es decir, aquella persona a la que está dedicándose más intensamente (ya sea porque es la más interesada en el Señor, o sencillamente porque se está proponiendo ir a verla). Durante la semana, todos oran por todos: por los hermanos, y por los nombres que cada uno puso.

Luego, semana a semana, revisamos como anda cada uno. Es importante que esta lista sea dinámica, que cada uno tenga la libertad de cambiar el nombre por el que quiere que oren, tal vez porque la persona anterior perdió todo interés, o porque apareció otra más abierta. Para esto, es muy importante revisar cada semana, estar comprometidos mutuamente en la oración, animarnos unos a otros a la acción, y saber retomar sin desanimarnos cuando aflojamos en la perseverancia. El Señor nos conceda que, teniendo los ojos fijos en la meta, seamos participantes activos en el crecimiento de Su Reino.













Guillermo Cuart

martes, 20 de mayo de 2014

No a la vergüenza - Ivan Baker


Introducción


Ha sido muy bueno, y mi corazón se ha alegrado mucho este año al ver que, con seriedad, hemos tomado algunas cosas que entendíamos fundamentales para la obra del Señor aquí.
Cuando digo aquí, me refiero a que, como una parte del cuerpo de Cristo estamos aquí juntos, pero incluimos a todos los demás que en cualquier parte invocan el nombre del Señor. En esta ciudad fundamentalmente, entendiendo que desde el principio, cuando el Señor nos llamó a esta restauración, nos imprimió la unidad de la iglesia; el amor de Dios fue derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo y entendimos, abrimos los ojos, a una iglesia unida en cada ciudad que viva en el mismo sentir. ¡Aleluya!

Así que no nos consideramos mejores, ni únicos: nos consideramos una parte del pueblo de Dios en esta ciudad. Nosotros también creemos que somos iglesia. La iglesia no es un edificio, así que nadie llame a esto templo. Esto no es la casa de oración, la casa de oración de Dios es todo lugar donde tú vayas. El templo que Él mandó a edificar en el antiguo pacto, sí era casa de oración, porque Dios había centralizado su tabernáculo en su templo, y el ministerio en un lugar. Pero cuando vino el Señor, resucitó de los muertos y se manifestó en su Espíritu Santo, Dios llenó todo lugar; ahora la casa de oración es la Iglesia, los redimidos que se reúnen en uno.

Donde hay dos o tres congregados en su Nombre, eso es casa de oración; donde un solo siervo de Dios ora, él es templo del Espíritu Santo. Y todos juntos formamos un templo santo en el Señor. Aquí vamos a tener dos magníficos gimnasios, y yo voy a procurar que se pongan las líneas y los arcos y demás para el próximo gimnasio; creo que los demás pastores estarán muy de acuerdo, para que esto sea muy útil durante toda la semana, todos los días, y sirva para un multi uso de todos los hermanos.

Algunos elementos fundamentales

Ahora, este año nosotros nos hemos puesto firmes sobre algunas cosas fundamentales, ustedes recordarán; vamos a afirmar otra vez esta noche: estamos hablando de cuatro cosas fundamentales que Dios quiere implementar este año. Cuando decimos “este año”, usando las palabras de Jorge del domingo pasado, no se trata de que termina todo este año; pero al menos dijimos: “En este año, Señor, hay cuatro cosas que te pedimos”. Es una carga que tenemos.

La primera carga que Dios nos dio a través del ministerio del pastor Cho es la oración.
Quisiera decir que hemos determinado que los lunes sean días de oración; hemos acortado un poco el tiempo para no ir demasiado tarde y no venir demasiado temprano. Así que entiendo que hemos fijado el horario desde las 16 hasta las 22. El pastor Cho dijo exactamente esto:
“sin tener una oración masiva organizada en nuestra iglesia, no esperemos ver el milagro del crecimiento de la iglesia”. “Sin tener una oración masiva organizada en la iglesia”. Yo creo que tenemos que tener nuestro monte de oración aquí también, es verdad. Hemos elegido el lunes, después si Dios quiere cambiar el día, porque no le viene bien a todos, puede ser, pero por ahora los lunes de 16 a 22, será nuestro monte de oración aquí. Yo no les voy a decir cuántos vienen, porque ustedes todos se van a avergonzar. Viene un grupo muy pequeño, de 20 a 30 hermanos de toda la congregación. Yo quiero hacer un llamado ahora para que tú pongas tu mano sobre tu corazón y digas: “-Padre ¿no será que quieres que yo vaya en unas de estas horas?” Si es media hora, si es una hora, si son dos horas, ¡no sé! Dios te dirá, pero en este tiempo, todos nosotros: los pastores, los que dirigen los grupos caseros, los que están en los núcleos de los grupos caseros, todos los obreros y obreras del Señor (porque la iglesia está formado por obreros y obreras) van a estar orando en algunas de las horas los lunes a la tarde.

La segunda cosa que hemos hablado es acerca de la unidad, y qué hermoso es ver cómo el Señor está dándonos victoria. Aquí y allá oímos y experimentamos cómo descubrimos la trampa de Satanás en nuestros corazones, que nos aleja los unos de los otros. Hay hermanos que están adquiriendo un nuevo sentir, una nueva autoridad para perdonar, un nuevo amor, una concientización de que los que nos une a Cristo, nos une a los hermanos unos con otros. Y hay una victoria, -como el himno que hoy Guillermo nos llevó con tanto amor a cantar “Si Dios obra quién lo impedirá”- porque estamos victoriosos en Cristo Jesús. Estamos hallando entonces, victoria sobre estas trampas satánicas, estos argumentos en nuestras mentes: el desprecio, la falta de perdón, la displicencia en no atender debidamente nuestra relación, que es tan importante, entre nosotros. Dios nos está dando victoria y estamos experimentado comunión.
Entre los pastores también ¡Aleluya! ¿Cuántos se alegran de que los pastores estén uniéndose?
Aleluya, aleluya ¡Gloria a Dios! Ah Señor, ¡qué maravilloso! Esto debe dar ánimo.

En cuanto a la oración, (vuelvo a ella por un momentito) hay una carga: que Dios manifieste señales y milagros entre nosotros ¿de acuerdo? Que venga una autoridad espiritual. Hay algunos de nosotros que estamos firmes en Dios; vamos a seguir adelante en esta cuestión.
Dios nos ha puesto en un camino donde queremos que él sea manifestado. Ustedes saben que Jesús nos mandó para deshacer las obras de Satanás. Jesucristo no dijo “deshacer a Satanás”; eso ya va a venir después, Dios se va a encargar de él. Pero por ahora, deshacer sus obras.
Entonces en mi vida, en los que me rodean, en mi oración por los enfermos, en mi espíritu, en mi fe, yo quiero ver la Gloria de Dios. ¿Tú también quieres verla? Entonces, vamos a empezar a orar más intensamente: cuando tengan una oportunidad, oren a Dios: “Oh Señor, manifiéstate para que tú seas glorificado en la vida de los que son sanados.”

Ustedes saben que el Señor nos ha dado cosas muy preciosas. El Espíritu Santo se llama el Espíritu de Consolación, el Consolador. Él dice que por sus llagas hemos sido sanados. Esas cosas el Señor las da para el bien de su casa, porque Él ama su casa y quiere que su casa reciba el bien. Así que la sanidad ha sido dada como parte del consuelo del Señor para su iglesia.

Y vamos a empezar a encontrar una mayor fe y una mayor gracia; una mayor claridad, una mayor comprensión y sabiduría en administrar la oración y la imposición de manos para la sanidad de enfermos.

Hay una cosa más que nos interesa: la función de los servicios, y estamos dando pasos ya concretos para que esto se establezca. Ahora, ustedes ven que todas estas cosas que estoy diciendo: la oración, la unidad, los servicios y todo esto, deben ser implementadas en los hogares. No es cuestión de venir aquí a gritar que vengamos los lunes a orar. Es cuestión de que en los responsables de los grupos de hogares haya una concientización de esto. Cada responsable debe estar compenetrado de lo que está sucediendo en todo el cuerpo de Cristo.
Esto se debe implementar en los hogares. Cada grupo de hogar debe ser una parte de la iglesia, y la iglesia debe estar ayudada y bendecida a través de los grupos de hogares, ¿comprenden?

Es decir que cada grupo de hogar es parte de un total, y cada grupo de hogar debe sentirse responsable de impulsar la iglesia. De modo que no es cuestión de hacer cosas particulares en los hogares, aislados de otras cosas que estamos diciendo para todo el pueblo, sino que todo lo que es para todo el pueblo debe implementarse, debe practicarse, debe instruirse, debe enseñarse en los hogares.

La multiplicación

También nos interesa en este año la carga de la multiplicación. Yo creo que Dios está bien cargado con la multiplicación, pues el Señor dice: “que se llene mi casa”. Cuando él llevó a Abraham afuera -nunca nos olvidamos de ese incidente- le hizo mirar los cielos y le dijo:
“-¿Ves las estrellas? cuéntalas si puedes. Bueno, yo multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo y la arena de la mar”- Jesús nos mandó a todas las naciones, a cada criatura. Dios quiere llenar su casa. Podemos decir con verdad que el Señor está de parto para que la casa de Dios se complete, la familia del Señor se complete.

Ahora, yo no creo que esta operación de evangelización sea posible, a menos que toda la casa de Dios se movilice. Yo no creo que haya otro atajo, no creo que haya otro sistema, no creo que haya una forma masiva de hacer la obra; siempre lo masivo va a terminar en lo individual, en la estructura del pequeño grupo, y de padres y madres que saben guiar y cuidar a estos bebés espirituales. Siempre y cuando en la obra masiva se predique el verdadero evangelio, donde estén contenidas las condiciones de la salvación, y no sea un recreo de que el Señor es bueno…
Porque entonces tendremos el doble trabajo: que las personas sean cuidadas, y cambiar la mente de los que se encontraron ante un evangelio trunco, incompleto, que no dijo la verdad en su momento.

Pero si predicamos bien el evangelio, y masas de personas se convierten, dependemos de la infraestructura de toda la iglesia movilizada para cuidar a cada una de esas vidas. Esa es una premisa, así que yo creo que no va a haber este masivo movimiento evangelístico hasta que todos los discípulos estén unidos de a dos formando células, comandos de oración, de fe y de extensión. De lo contrario, no creo que vayamos a ver toda la maravilla de lo que Dios quiere hacer en cuanto a la multiplicación.

Pero estamos notando algo. ¡Aleluya! Algún poquito por acá, por allá, está notándose.
Algunos grupos se han aumentado al doble, al triple y algunos al cuádruple. No muchos, pero algunos que otros por aquí y por allá; algunos dicen: “Bueno, si eran dos, ahora son ocho o nueve”. Está bien, no importa si eran dos, ahora son nueve o diez. Miren cuántas veces se multiplicaron. Estamos esperando realmente esa multiplicación que Dios va a hacer. Este año dijimos: al doble. Jorge dijo el domingo pasado: “-Bueno, si no es al doble este año, será el año que viene”. Pero esto no quita de la presión del Espíritu Santo para que ordenemos nuestras vidas, para que este fluir de la gracia de Dios vaya manifestándose.

Dice el Señor que el que caza almas es sabio. Sabiduría. El que enseña justicia a la multitud brillará como estrella a eterna perpetuidad. ¡Aleluya! ¿Tú sabes lo que dice la palabra? “que nadie quite tu corona”. Hay una gloria que Dios nos ha dado: entrar en sus labores es una gloria, poder ser co-ayudadores de Dios, poder ser enviados del Altísimo a este mundo. La mano de Dios toca al mundo, el corazón de Dios toca al mundo, el espíritu de Dios toca al mundo a través de los santos; nosotros somos los representantes del Señor en la Tierra. Él nos ha puesto como instrumentos para que nosotros podamos hacer su obra.

La compasión

Yo quisiera solamente, en esta pequeña introducción, subrayar lo que hemos oído el domingo pasado de Jorge: ¿Cuál fue el tema que él tomó? La compasión. Hace ya tiempo que vengo sintiendo en mi corazón, que si no tengo en mí, dada por el Espíritu Santo, la compasión que está en el corazón de Jesús, mi obra va a ser impedida en muchos aspectos. Él nos habló de los que se pierden, el tema ya está dado. Yo solamente quiero recordar la compasión. Pidamos al Señor, cuando hablamos con la gente, compasión. Compasión para preocuparnos por ellos, compasión para orar por ellos, compasión para ir, instarles; el tema de hoy es justamente ese, instarles en tiempo y fuera de tiempo, cuando parece bien y cuando no parece bien, cuando a nosotros nos molesta y cuando a los otros les molesta; pero esa compasión que tenemos nos da arrojo, nos da determinación, y nos da el toque de amor del corazón de Jesús que la gente quiere sentir. Ellos no tienen interés en oír a un parlanchín, a una persona profesional. Ellos quieren oír a alguien que ama, alguien que les ama de parte de Dios.

Obstáculos en la predicación del evangelio

Esta noche quisiera tocar algunos impedimentos en esta obra de ir de a dos, de a tres, de ir personalmente a dar la palabra del Señor.
Hay dos impedimentos que parecen muy comunes entre nosotros: 
la timidez 
la vergüenza

Ahora, yo estoy convencido de que si vamos a salir como un pueblo para dar la palabra al mundo, necesitamos ser un pueblo intrépido; si somos temerosos, si somos vergonzosos, no vamos a hacer la obra del Señor, ¿estamos de acuerdo? Es muy frecuente encontrar creyentes tímidos; me refiero en cuanto a hablar con un extraño, a hablar a una persona que no se conoce, a cruzar la calle deliberadamente para hablar con alguien que está caminando al otro lado de la calzada, a hablar a una persona que viene caminando hacia uno en la calle, hablar a una mujer en la feria que está delante de nosotros, ahí en la cola. Tenemos una mudez increíble, y cuando vemos que alguien tiene el coraje de hacerlo, decimos: “¡Ay, debe ser un apóstol! Este debe ser alguien que tiene un toque muy especial de Dios.”

Un pastor una vez me dijo: “-Iván, evidentemente tú tienes un ministerio muy especial”. Yo casi me pongo a llorar, porque el ministerio al que él se refería es el ministerio común que Dios ha dado a toda la iglesia. Todos somos sacerdotes para proclamar las verdades del Señor, ¿por qué no lo hacen? Timidez.

La timidez y el temor

Esta noche, si Dios pudiera, por su Espíritu, tocar tu corazón para quitar toda timidez. El lo quiere hacer. Timidez de hablar a un extraño, timidez porque no sé si me va a recibir; timidez porque no sé si voy a ser todo lo prudente o todo lo inteligente “¿y si yo fallo?”. Mi timidez al final se reduce a que tengo temor y no hago nada. ¿Y si me rechaza? y vienen otras palabras adentro de uno: “A ese no, espera otro mejor”, “Esa no es la oportunidad mejor”.

Ayer estaba en una confitería con mi señora, tomando el té, y sentí una pequeña atracción a dos mujeres de cierta edad que estaban tomando el té, charlando. Entonces, cuando yo me levanté con mi señora, me arrimé a la mesa y les dije a las dos:
- ¿Puede una persona como yo hablar a estas simpáticas damas y darles un consejo, un buen consejo?- las dos me miraron apavoradas, y mi señora creo que estaba pensando: Iván está en lo de siempre. La cuestión es que yo les di un consejo de parte del Señor, que no se olvidaran de Dios, y empecé a decirles: “-Que el Señor sea el centro de sus vidas, porque todo lo que este mundo nos da es temporal, mas lo que Dios nos da es eterno”- Una de ellas movió la cabeza y dijo: “-Procuraremos recordarlo”, y ahí terminó la conversación.

Pero ese momento que uno pasa de una parte a otra, que uno aborda a alguien que está ocupado en otra conversación y de repente le interrumpe, ahí es donde tenemos que vencer el temor. Yo me acuerdo que era muy temeroso, yo nunca podía hablar a una persona desconocida acerca de Cristo (después vamos a ver un poquito esto). Tenía que haber algún momento, digamos… de acción por alguna cosa, entonces podía.

Y me acuerdo que yo estaba sentado justamente en la congregación donde me reunía con Augusto Ericsson en el año 1947. Yo estaba en el último banco, año 1947 o 1948, hace muchos años, y estaba escuchando la acostumbrada reunión de predicación del día domingo. De repente el Señor me habló y me preguntó:
“-¿Qué estás haciendo aquí, Iván?”- Y fue tal la sorpresa mía de sentir esa voz en mí (que sabía que era del Señor) que yo le contesté, pero con una tremenda vergüenza, (fíjense lo que tuve que decir al Señor, uno no le va a mentir a Dios):
“-Señor, estoy aquí esperando que me den ese púlpito, porque yo predico mucho mejor que ese que está predicando ahí- ¡Qué vergüenza fue para mí! Pero el Señor es tan bueno, un hombre me hubiera dado un sopapo, pero el Señor ni hizo caso de esa perogrullada, ya que yo dije la verdad; no había nada que hablar, Él sabía que era eso lo que yo tenía adentro. Entonces el Señor me dijo: “-Tu púlpito no es este, tu púlpito es todo lugar donde vayas ahí afuera.”
Yo miré alrededor y había dos o tres personas nuevas ahí, que eran los únicos que podrían haber aprovechado el sermón. El hermano estaba haciendo un esfuerzo para complacer a los creyentes y también dar una palabrita a los otros… Es cierto, el gran púlpito para la predicación estaba afuera.

Un testimonio

Entonces comencé ese día una nueva relación con la gente que estaba afuera, en la calle. Me acuerdo que yo había determinado hablar a la persona que se sentara al lado mío en el tren, yendo de Belgrano R hasta el centro. El primer día, yo tenía un señor leyendo el diario al lado mío, y no me olvido nunca de lo que me costó. Él leía el diario, y yo estaba a su lado y pensaba:
Señor, antes que llegue a Retiro tengo que hablarle, y tengo que hablarle. No me importaba ya qué le diría, la cuestión es que tenía que hablarle. Pero tenía un miedo terrible de fallar, de que me fuera a echar, de que no me fuera a oír, o que fuera a decir -¡Impertinente! ¿Para qué me molesta?- ¡Qué sé yo! Tenía mi mente atascada con todo esto, y al final no sé… llegamos al Hipódromo y le dije: -Señor ¿qué hora es? Perdóneme- dejó de leer el diario, me dijo la hora y yo después no sé si le prediqué el evangelio, pero la cuestión es que rompí el hielo de alguna forma. Pero me di cuenta que era difícil.

Dos remedios contra el temor

Ahora, hay dos elementos que me ayudaron a mí a perder el miedo.
El primer elemento es la palabra de Dios: porque el Señor no me dio el espíritu de temor.
Entonces ¿de quién es este espíritu de temor? pues es de Satanás. Pero ¿oíste? Es de Satanás, y a mí me ayudó esto. Así que, cuando yo tengo temor a esto y pienso: “no es el momento, no es la persona, ándate, otro día, te va a rechazar”, entonces digo: ¡En el nombre de Jesús! Algunas veces es tremenda la lucha interior nuestra pero yo digo: “En el nombre de Jesús”. Y me acostumbré a ponerme, como yo lo explico, como una piedrita en la mano de Dios, y él arroja la piedra donde quiere; no lo hago ya con el intelecto, sino que estoy orando en lenguas. Es decir, mi mente está sin fruto, pero mi espíritu está actuando, y voy hacia el objetivo. Me lanza el Señor. Aunque llegue aplastado o parado, no importa: yo voy hacia el objetivo; total, el “no” ya lo tengo, voy buscando el “sí”.

Venzo esa vergüenza, porque Satanás no quiere que yo hable la palabra de Dios, y te lo voy a demostrar. ¿Cuántos aquí, -ahora yo pido sinceramiento- sienten vergüenza o digamos temor?... Vamos, levanten las manos. Miren ustedes, tienen temor. Bajen las manos. Levanten las manos todos los que tienen temor de, por ejemplo, si quieren saber la hora, preguntar a una persona en la calle, a quien no conocen, detenerlo y decirle: -señor o señora, perdóneme ¿qué hora es?- ¿Cuántos de ustedes tienen temor de hacer eso? Dos, tres, miren ustedes cuatro, cinco, no más. ¿Ven? Si yo no conozco la calle y estoy lleno de gente alrededor, no me molesta preguntar a una persona: ¿qué calle es? o ¿dónde es la calle tal? No tengo problema. Pero ¿por qué tengo problemas para predicar el evangelio? ¿Por qué yo era vendedor y vendía a medio mundo, y no tenía problemas en entrar a un negocio y salir, pero cuando tenía que hablar la palabra de Dios se me había clausurado la mente, los labios no hablaban, no encontraba forma, se me iban los pensamientos?... Satanás inmundo, ¿te das cuenta?

Entonces tú tienes que vencer el temor, porque el temor no viene de Dios. ¿De dónde viene? de Satanás. Entonces, aprende a no pensar tanto; aprende a ir hacia el objetivo. Aleluya. Y Dios te va a ayudar, Dios te va a ayudar.

Hay un segundo elemento que me ayudó con el temor: los nuevos convertidos. Me refiero a los verdaderos discípulos que comencé a conocer en el año 1968. Hasta entonces, teníamos una teoría de este Evangelio del Reino, pero ahora comenzaban a convertirse los nuevos discípulos bajo el Evangelio del Reino y eran un cohete, un avión a retro propulsión; a mí me enseñaron la Biblia, me enseñaron la verdad. Yo antes no había sabido predicar el evangelio, pero ahora les ponía las condiciones de Dios y se convertían. Ellos creían en las condiciones, se entregaban íntegramente; iban adelante para hacer la obra que yo les enseñaba a hacer. Claro, los había separado convenientemente de los evangélicos, de los otros creyentes; pero estaba tratando de que ellos entrasen en una nueva dimensión de vida y así lo hicieron. Y ¿Sabes lo que me enseñaron ellos? Me enseñaron a no tener temor. Ellos predicaban, mientras yo argumentaba:
“-Y… a esta hora está comiendo, ahora vaya a saber, se está yendo a dormir, ahora estará resfriado, no le voy a importunar”. Así las horas pasaban. Pero estos, iban a la casa a las 12 de la noche, llamaban a la puerta y el tío salía:- Eh ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?- Viene en pijama a la puerta, abre la puerta y ¿vos, qué decís? -Tío, tío ¿cómo estás?- Bueno, entraban, lo tenían al tío ahí con pijama, la tía también se levantaba, les daban la palabra de Dios. Yo dije: ¡esta es la vía! ¡ALELUYA!

Dios nos tiene que quitar el temor y hacernos valientes, que nosotros sepamos cómo vencerlo en oración. Desalojamos el argumento que el diablo nos pone: “Tú no puedes, esta no es la ocasión, ésta no es la persona, te va a rechazar, ¿y si no sabes hablarle?, ¿y si no tienes nada que decir cuando le hablas? ¿Y si fallas?” Rechacemos todo esto en el nombre del Señor.
Ahora, no es fácil: alguna vez encontramos dificultades. Me acuerdo la semana pasada o la anterior, estaba en Santiago de Chile; y ahí hay unos muy lindos taxis - colectivos que hacen un recorrido determinado, entonces cada uno paga, y va parando y va recogiendo gente. Yo estaba tan bien con ese chofer, estábamos en una conversación bárbara, hasta que subió una dama y se acabó la conversación. Yo no podía decir una palabra, y oraba al Señor porque su cara tenía una expresión fea -pues ella había escuchado la cola de la conversación- . El ambiente en ese taxi era terrible. Hay veces que hay que orar a Dios porque el espíritu de Satanás te cierra los labios, pero tenemos poder de parte de Dios. ¿Amén?

La vergüenza

La otra cosa es la vergüenza. ¿Cuántos tienen vergüenza? Bueno, yo tengo una cura para mi vergüenza. Te la doy a ti también, si quieres. El Señor dice que no tenemos que tener vergüenza. El Señor Jesús, mi Salvador, para identificarse con nuestra inmundicia y pecado, colgó en la cruz de vergüenza seis horas. Él fue lacerado, escupido, escarnecido, despreciado, vituperado. Seis horas en la cruz por mí. ¿Puedo yo tener vergüenza de hablar de Cristo? ¿Están ahí? Y si eso no me alcanza, el Señor me dice así: “El que se avergonzare de mí y de mi palabra en esta generación adúltera y pecadora yo también me avergonzaré de él…”. ¿Dónde está la vergüenza?, ¿Está?... ¡Se fue! ¡ALELUYA! Amén. ¿Quién tiene vergüenza?

El temor es el espíritu de Satanás, la vergüenza viene de Satanás, de mi carne. Si no sé qué decir, el Espíritu Santo hablará. Aleluya. “Abre tu boca, que yo la llenaré”; y aunque diez veces te equivoques y trastabilles, sigue adelante porque el Espíritu Santo te va a levantar como una obrera, un obrero que sabe hablar a la gente. Te va a dar mensaje. “Abre tu boca y yo la llenaré”. No tengas un montón de aprontes tuyos propios. Aunque dice que Dios va a tomar de tu acervo, de tu conocimiento repetidas veces, miles de veces la misma cosa, vas a ver cómo Dios va a actuar tan sencillamente. Pero él va a llenar tu boca, y tú vas a confiar en tu Señor.

Comenzando el contacto

¿Cómo abordar a la gente? Yo al principio tenía mucha dificultad, y empezaba con el tiempo o la política algunas veces. ¡Miren qué error! Bueno, pero después me curé enseguida: no, la política no. El tiempo, o está muy cara la vida, yo empezaba no sé por dónde, o: “-¿Qué le parece doña María este día de sol? Mire, Dios nos dio el sol…” Era una cosa tan larga que cuando terminaba yo de arrimarme a la palabra de predicación, ya se había ido la persona, ya se había terminado la ocasión.

Me di cuenta que tenía que buscar una cosa mucho más sencilla. Entonces encontré algunos ganchos. Algunos conocen los ganchos que tengo, es decir son la apertura de una conversación.
Yo no digo que ustedes hagan eso, pero les estoy diciendo que es posible tener cada uno de nosotros alguna manera que el Espíritu Santo nos dé, la sabiduría para abordar a la gente, para que no sea difícil este asunto de comunicarnos. Eso sí, me di cuenta que tengo que ser muy corto, inmediatamente la persona tiene que saber de qué estoy hablando y quién es la persona que se arrima a ella.

Algunos ejemplos

Entonces, por ejemplo, imagínense cuando alguien le pone nafta al tanque del automóvil, ¿qué se le puede decir? Es tan fácil, uno le dice a la persona:
“-Mire señor, usted sabe que yo he descubierto que este automóvil sin nafta no funciona - y se queda un poco riendo el hombre - y le digo:
“-Usted sabe que yo tampoco funciono sin nafta”- Bueno, ahí el otro piensa: éste está loco de remate; pero sigue poniendo la nafta, y yo lo tengo ahí, porque la cuestión es que cuando él puso la manguera dentro del tanque, tiene que quedar ahí, a mi lado, lo tengo agarrado.
Entonces le digo:
“-¿Sabe que esa nafta para este coche es la energía que mueve el motor? Si no tiene nafta, no funciona, pues es inútil, y usted sabe ¿Cuál es la energía que debe mover nuestras vidas? El Espíritu Santo. Yo me convertí cuando tenía 15 años; y Dios ese día me visitó y me cambió el corazón –
El hombre hace así con la cabeza o no hace así con la cabeza. Pero la cuestión es que yo estoy mirándole a él, y le di un testimonio en menos de 25 segundos, 30 segundos, 40 segundos.
Luego, él va con la manguera al surtidor y recibió la palabra de Dios, y yo sigo observando, a ver qué tal. Listo, no hablo más. Alguna que otra vez ha ocurrido que tiene interés, y en ese caso sí tenemos que ser cuidadosos de atender a una persona que demostró interés. Yo les pongo la palabra así, ¿no? así les pongo la palabra y algunas veces hacen, ahhhhhh (ni les interesa). Pero alguna vez, alguna vez, cien en uno (así que hablen a muchos), de repente dicen: “qué buena esa palabra, me gusta esa palabra, hay una persona que me está hablando esa palabra”. Ahí es donde empezamos a entrar en responsabilidad para guiar una vida.
Algunas veces tengo que sembrar nomás, pero otras veces puedo cosechar.
Y así pasa con el agua del radiador. Empiezan a ponerme el agua en el radiador, y yo estoy otra vez atento para dar la palabra. Una vez se convirtió un hombre en Casanova, de apellido Amarilla cuando yo echaba agua en el radiador, porque le di la dirección y el teléfono. Él era paraguayo, y se acordó el número de teléfono. Entonces me llama y me dice: “- Sí… vos sos el pastorcito ese que le estaba poniendo agua al radiador, y yo quiero conocerte.” Y ahí se convirtió Amarilla. Y otro más que estaba con el asunto del automóvil: un muchacho llamado Miguel Riquelme, que atendía el garaje donde yo estaba, también se convirtió; se casó con una de las chicas ahí en Casanova.

También en el ascensor, cuando vamos subiendo o bajando: hay que estar todos muy solemnes, y hay más o menos medio minuto, uno tiene que subir cuatro, cinco pisos. Entonces yo digo solemnemente así, para que todos escuchen:
“-La verdad que es más fácil bajar que subir”. Algunos por ahí dicen que sí, porque a esa parte la entienden bien, ya que no tuvieron que subir la escalera. Entonces remato:
“-En lo espiritual es igual: para bajar seguimos como estamos (algunas veces digo: con el diablo nos alcanza), pero para subir necesitamos a Dios, ¿nos les parece?”. Yo ahí terminé, no tengo nada más que decir; estoy esperando ahora. Ya puse el anzuelo, ya puse la carnada: ahora estoy esperando a que pique; si no pica yo me voy, no voy a pescar lo que no se puede pescar.

Pero algunas veces ha ocurrido algo maravilloso. Una vez un joven me invitó a tomar un café, y luego de la charla se convirtió él, se convirtió la suegra, la señora, el hijo. ¡Cómo Dios obra por cosas tan simples! Y no es el único, no es el único, ha habido otros casos también.

El otro día fuimos a la telefónica con Augusto Ericsson, y una mujer escribía una boleta. Mientras yo esperaba que me atendiese, ésta, la que estaba encargada de una mesa, yo estaba viendo a ésta otra haciendo su anotación. No había nadie delante de ella, así que estaba sola; me arrimé y bien suave en el oído le dije:
“-Un día Dios va a escribir con respecto a su vida, ¿Qué es lo que va a escribir el Señor? ¿Usted se ha convertido a Cristo? ¿El Señor ha limpiado sus pecados? ¿Usted ha puesto su vida en orden con Dios?” ¡Oh! Las orejas de la mujer se pusieron rojas, me miró y respondió:
“-Usted sabe, hay una chica acá que nos habla de lo mismo”. Bueno, ahí le dimos un Nuevo Testamento, tenemos su dirección, y Gloria está en contacto con ella. Estamos viendo si se convierte, pero fíjense, ella estaba escribiendo. Hay una forma donde uno haciendo algo, encuentra el gancho, encuentra la forma de hablar.

Como el caso, por ejemplo, de una mujer que está barriendo. Yo, indefectiblemente cuando tengo oportunidad paso; me paso un poquito y luego me vuelvo, me paro y le digo:
“-¡Qué bien señora, muy buen trabajo, barriendo la vereda!”. Como estoy a cierta distancia, no tiene temor; se para ahí con la escoba, yo ya tengo el público. Entonces le digo:
“-¿Sabe señora, cuál es la limpieza más importante de todas?” Me responde:
“-No sé”.
“-Mire, la más importante de todas (porque hay que primero preparar la cabeza para darle el golpe final), es cuando Jesucristo limpia nuestros pecados con su sangre”. ¡Cuántas veces he podido hablar con las mujeres! Miren, son 10 o 15 segundos nada más, pasando nomás.

Pero yo les voy a decir que no hace falta ningún gancho para hablar a la gente, si ustedes quieren, solo hace falta sinceridad de corazón y honestidad. ¿Cómo hago yo para hablar a esta mujer que está en la cola de la feria? Primero, ten compasión de Dios para esa persona. Si la compasión de Cristo inunda tu espíritu, y empiezas a tener compasión y amor por esa persona, va a haber una forma. Es la forma más fácil: decirle la verdad. Entonces, por ejemplo, le vas a decir lo siguiente: (tócale el hombro primero antes que pienses, o toca el timbre antes que pienses, porque si no, no pasa nada; después uno está con el problema. Si lo piensas dos veces, no lo harás), y la mujer ya se dio vuelta, y tú le dices con toda verdad:
“-Perdóneme, yo estaba orando por usted aquí, y deseo decirle simplemente que el Señor quiere bendecir su vida”. O lo que fuera, lo que Dios te dé.

Otros casos

¿Ven hermanos? No tengamos temor. El temor viene de Satanás. No tengamos vergüenza, la vergüenza no es posible. Si hago un gran papelón, digo “-¡gracias Padre, que me permites sufrir por causa de Cristo!”. Muy pocas veces he hecho un papelón, les digo sinceramente que no recuerdo ocasiones, excepto algunas veces que yo hice una burrada. Pero cuando yo me he portado bien, la gente dice lo que tiene que decir y es cortés; por ahí te dicen que no le interesa, pero te lo dicen cortésmente. Pero no debe importarte si alguien te dijera un montón de improperios, o te dijera un insulto muy grande: “-¡Salga de aquí, lárguese que no quiero oírle!”. Tú le puedes contestar: “-perdóneme señor que lo haya molestado, solamente quería yo ayudarle”.

Como pasó el otro día, estábamos en un café en una reunión de pastores con Augusto y con Dionisio -que nos parece un muy buen lugar para reunión de pastores; también encontramos que la plaza Flores es un buen lugar para una reunión de pastores-. Los jueves a la mañana nos vamos allá con una mesita y hacemos nuestra reunión; pero la gente puede venir, porque ponemos un cartelito que dice: “Pastores a su disposición”. Es atractivo, y no nos dejan hacer la reunión; viene uno, luego viene otro, y otro.

Y en este caso había un joven ahí, solo en una mesa, yo fui con un Nuevo Testamento y se lo
di. Me miró y le dije:
- Joven, quiero regalarle esto.
- No, no por favor, por favor no me regale nada, no me regale nada (con muy buen talante).
- Señor, quiero que usted tenga esto, que es la palabra de Dios.
- No, no, mire, por favor, yo vine aquí para estar solo. No quiero que nadie me moleste,
- Bueno, es nada más que dejarle esto.
- No, no, no, lléveselo por favor, señor, no me lo deje.
- Pero es nada más que esto, dejárselo y me voy ahora enseguida.
- No, por favor.
Entonces se puso de pie, yo me puse al lado de él, y le dije:
- Mire, discúlpeme, yo lo único que quise hacer es traerle la palabra de Dios, para que usted pueda conocer la gloria de Uno que le ama más que nadie.
Y no sé qué más dije, pero alguna palabra del Señor, y él me la rechazó:
- Mire, yo soy muy cuidadoso y muy respetuoso de la gente, pero por favor, señor no me dé esto.
Bueno, le pedí disculpas, me fui y me senté. Estuvimos un rato largo ahí hablando, y después de un rato vino este joven, se paró al lado mío y me dijo:
- Discúlpeme que lo traté mal a usted, ¿Qué es lo que me quiere dar?
Entonces ahí recibió el Nuevo Testamento y todo lo demás. ¡Amén!

Desalojando el temor y la vergüenza

¿Qué dos cosas tenemos que cuidar de no tener?: temor y vergüenza. ¿Cuántos tienen temor? Algunos dicen: no, temor no, porque Dios no nos dio el espíritu de temor sino el de poder, de amor y dominio propio. ¿Amén? Vergüenza: ¿Por qué no tenemos que tener vergüenza? Porque Jesús no tuvo vergüenza cuando murió por mí, y yo no tengo vergüenza de hacer el gran papelón, si es necesario para declararle a Él. Y sabes, cuando tú hagas un papelón, que alguien te cierre la puerta (porque pasa algunas veces) sobre las narices, y no quiera saber nada de ti, y te desprecie, aléjate hablando con tu Señor, y dile: “-Jesús, te cerraron la puerta”.
¿Ves? No pienso “Iván, te cerraron la puerta”. No, yo no vengo en mi nombre, soy embajador.

Cuando me rechazan a mí, rechazan a Jesús. (Habría que explicar un poco esto, porque algunas veces rechazan por otros motivos). Pero si rechazan realmente al Señor, al mensaje, están rechazando a Jesús, no a mí. Y yo puedo alejarme diciendo: “-Jesús te rechazaron; ten compasión de ellos, eh? No hagas bajar fuego del cielo, no consumas a nadie, espera a que tengan otra oportunidad”.

Definiendo la obra – Listas de oración

Bueno, quisiera terminar con la palabra que nos dio Jorge el domingo. Una conclusión que me parece que debiéramos remachar, que es la siguiente: en el “envío”, en el “ir”, hagamos cálculos. Primero, para redimir el tiempo, y en segundo lugar, para definir concretamente. Es decir, que esta es una reunión muy buena, siempre y cuando nosotros vayamos y sea efectiva nuestra extensión para los que nos rodean; la compasión de Cristo en nosotros, la necesidad del que se está perdiendo. Y hemos visto cómo Jorge nos habló de la perdición de los impíos.
No nos importa ahora, como si se incendiara una casa en la cuadra, nadie se preocupara en quién tira el balde de agua; estamos todos ahí y nadie se preocupa, por cortesía. Yo el otro día estaba subiendo a un ómnibus, lo cual no hago muy a menudo (debo reconocer) y estaba diciendo a un señor: -Señor pase usted. Y de arriba me gritaron de todo, y abajo me empujaron; que la cortesía no interesa para nada, “suba y termínela”. Bueno, yo creo que aquí la cuestión de la salvación es igual, qué va a andar con tanta cortesía, ¡hay que ir allá porque se incendia la casa, se pierde la vida!

¡Oh Señor, ayúdanos! Entonces, tenemos que redimir el tiempo y tenemos que concretar.
Dijo Jorge, lo cual me parece tan acertado, que cada uno debiera tener una lista de diez personas. En segundo lugar, que se junten de a dos, y van a ser veinte por los que van a orar, por los que van a clamar a Dios, y empezar una obra de extensión con esos veinte. Dios va a agregar otros, va a quitar algunos, pero esa va a ser la base sobre la cual vamos a trabajar.
Vamos a orar por ellos y vamos a prepararnos; va a haber un ejercicio del corazón, un clamor a Dios, una responsabilidad para esto, y también un poner los pies en el camino. Ir, y decía Jorge que sería bueno que fueran dos horas por semana que dedicásemos a esa tarea. ¿Está bien?
¿Cuántos oyeron esto? Yo tengo mis diez personas, tengo unas cuantas más, pero tengo diez por lo menos que puse. ¿Y tú? ¿Cuántos pusieron diez? … El mensaje del domingo pasado no llegó muy a fondo. Claro, ese fue el domingo pasado, ahora tenemos otro mensaje, y el domingo que viene vamos a predicar otra cosa… Hermanos, ¡tengamos cuidado!

En las casas, en los grupos familiares, los que están como responsables de los hogares: impriman estas directivas para que toda la comunidad comience a ser efectiva en su obra para el Señor. Que nuestro trabajo para el Señor no quede simplemente en un buen deseo. Y para esta obra, decía Jorge, Dios quiere enrolar a todos: hombres y mujeres, viejos y jóvenes, niños, toda la iglesia, todos los redimidos del Señor están invitados como una nación de sacerdotes, para proclamar las virtudes del Señor. No digamos amén. En el corazón adentro, hagamos cálculos: lista de por lo menos diez personas, si tienes uno o dos comienza a formar esa lista.
Estoy hablando a los de 90 años, 95 años si hay algunos, a los de 8 años si se convirtieron ya, hombres y mujeres, jóvenes, todos; lista de diez personas, vayan completando su lista. Por supuesto si pones veinte, mejor; pero no pongas demasiado y no pongas demasiado pocos.
Porque algunos no responderán bien, pero otros entre ellos se convertirán al Señor. Luego, júntate con algún hermano, alguna hermana, para determinar este trabajo como un comando de Dios, de oración y de fe. ¿Amén? Y va a haber gran multiplicación.

A ver si este tiempo último del año no tenemos miedo, no tenemos vergüenza, tenemos esta lista de diez, tenemos alguien al lado que esté ayudándonos. Para que estemos ganando a otros, y entrando en nuestra gloria y en la gloria del Señor. ¿Amén? Y vamos a empezar a ser como aquel que dice: el que caza almas es sabio, y aquel que enseña justicia a la multitud, brillará como estrella a eterna perpetuidad. Nadie tome tu corona, Dios te ha puesto en la Tierra para que vayas y lleves fruto y no hay ningún pámpano sin fruto, dice el Señor.

Y el fruto no es lo que el Señor ha hecho en tu vida, sino lo que tú haces con lo que Dios ha hecho en tu vida. Algunos están diciendo: “Ah, yo soy bueno, yo tengo paz, el reino de Dios está conmigo…” Ese no es el fruto tuyo, eso es la gracia que Dios puso en ti. El Señor, cuando dio los talentos a sus siervos, no pidió que le devolvieran el talento, sino lo que habían granjeado con el talento. Dios nos manda como siervos suyos, no es una cuestión optativa que llevemos su palabra a un mundo que gime, a un mundo que está sin Cristo, a un mundo que necesita la compasión y la salvación de Dios. ¿Amén? Vamos a ponernos de pie y vamos a orar al Señor

lunes, 19 de mayo de 2014

El avivamiento de Gales.

 EVAN ROBERTS
(1878 - 1951)

Las semillas de avivamiento son siempre nutridas en los corazones de los humildes. Y así era con el grande Avivamiento Galo de 1904. Era en un joven carbonero llamado Evan Roberts en quien Dios le dió una visión ardiente para un avivamiento espiritual. Evan Roberts no poseía los dones de una inteligencia eminente o de un lenguaje elocuente, sino simplemente una pasión ardiente para Jesús. Mientras otros jóvenes estaban navegando botes en la bahía, el joven Roberts estaba fielmente asistiendo las juntas de oración.

Aunque solamente era de 26 años, Evan Roberts no tenía tiempo para el placer y entretenimiento juvenil. "Día y noche él oraba, lloraba y suspiraba sin cesár por un grande despertamiento espiritual..." Roberts escribe, "Por diez o once años he orado por un avivamiento. Podía estar despierto toda la noche leyendo o hablando acercas de avivamientos." Con el tiempo Evan Roberts fue hechado fuera de su morada por su ama quien pensaba que en su entusiásmo estaba poseído o un poco de loco. "Pasaba las horas orando y predicando en su cuarto hasta que la señora tuvo miedo de él, y le pidió que se fuera."

El papel de Evan Roberts en el avivamiento Galo era cualquier cosa excepto convencional. Frecuentemente él simplemente guiába a la gente en la oración o leía las Escrituras. Luego en otros tiempos se quedaba silencio, mientras uno trás otro, la gente confesaba sus pecados o daban testimonio del poder y de la victoria de Cristo. También había tiempos gloriosos de adoración que literalmente duraban horas. De cuando en cuando Roberts meramente daba una instrucción humilde y dejaba al Espíritu Santo que hiciera lo resto. Él era un ejemplo constante, no de cómo no predicar, sino de cómo ser guiádo por el Espíritu.

El avivamiento Galo era una invasión poderosa del Espíritu; el Reino de Dios radicalmente manifestado en la tierra. "Los salarios de los trabajadores, en vez de ser desperdiciados en la bebida y los vicios, ahora estaban trayendo grande gozo a sus familias. Las deudas pendientes estaban siendo pagadas por miles de conversos jovenes. La restitución era la orden del día.

Los negocios del alcohol y de las jugadas perdían su trafico y los teatros se cerraban por falta del patrocinio. Durante este tiempo la pelota era olvidada por ambos los jugadores y los fanáticos, aunque nada era mencionado del pulpito acercas de ello. La gente tenían nuevas vidas y nuevos interéses. Las juntas políticas eran canceladas o abandonadas. Parecían ser completamente fuera de la cuestión ya que nadie estaba interesado. Los líderes políticos del parlamento en Lóndres se abandonaron a sí mismos a las juntas de avivamiento. Las barreras denominacionales hechas por el hombre completamente se cayeron según los creyentes y los pastores adoraban al Señor majesto de ellos." Una de las facciones salientes del avivamiento era la confesión del pecado, pero no solo entre los perdidos, sino entre los salvados. Todos eran quebrantads y derretidos delante la cruz de Cristo.

Por todo el avivamiento, Evan Roberts constantemente insistía en la necesidad de tratar honestamente con el pecado, la obediencia completa al Espíritu Santo, y a la preeminencia del Señor Jesucristo. Evan Roberts era instrumental en traér sanidad a un país entero porque le importaba y lloraba y oraba.

El abrazaba el corazón quebrantado de Dios y se lo ofrecía para atrás mediante la oración y la intercesión. ¡Como un resultado "por dondequiera que él íba, los corazones eran inflamados con el Amor de Dios"!

El avivamiento de Gales empezó en 1904. Comenzó como un movimiento de oración. Seth Joshua, un evangelista presbiteriano, llegó al colegio Emlyn en Newcastle (Inglaterra). En este colegio estudiaba un minero, Evan Roberts, de 26 años de edad, para entrar al ministerio. Los estudiantes estaban tan conmovidos que pidieron asistir a la siguiente campaña de Joshua. Entonces se suspendieron las clases para ir a Blaenerch, donde Seth Joshua oró en público: "Oh Dios, dobléganos." Evan Roberts se fue adelante y oró con gran agonía: "Oh Dios, doblégame."

Cuando regresó, ya no pudo concentrarse en sus estudios. Se fue al director del colegio y le explicó: "Sigo escuchando una voz que me dice que tengo que ir a casa y hablar a nuestros jóvenes en mi iglesia. ¿Es esta la voz del diablo o la voz del Espíritu?" El director respondió sabiamente: "El diablo nunca da órdenes como esta. Ud. puede tomar una semana libre." Entonces Evan se fue a su pueblo y dijo al pastor: "He venido para predicar." El pastor no estaba muy convencido, pero preguntó: "¿Qué te parece hablar en la reunión de oración el lunes?" Ni siquiera le dejó hablar en la reunión, sino dijo a los que asistieron: "Nuestro hermano joven, Evan Roberts, siente que tiene un mensaje para ustedes si desean quedarse al final."
Diecisiete personas se quedaron, y fueron impresionados con la manera directa de hablar del joven. Evan Roberts les dijo: "Tengo un mensaje de Dios para ustedes: Ustedes tienen que confesar ante Dios cada pecado del cual estén conscientes, y tienen que arreglar todo mal que han hecho a otros. Segundo, tienen que despojarse de todo hábito dudoso. Tercero, tienen que obedecer al Espíritu prontamente. Finalmente, tienen que confesar públicamente su fe en Cristo." A las diez de la noche, todas las diecisiete personas habían respondido.

El pastor estaba tan contento que pidió: "¿Qué te parece hablar en el culto de misiones mañana por la noche? ¿Y el culto del miércoles de la noche?"El predicó toda la semana, y le pidieron quedarse otra semana más. Entonces llegó la victoria. De repente, las columnas eclesiásticas aburridas en los diarios cambiaron: "Grandes multitudes de personas están siendo atraídas a Loughor." La carretera principal donde se encontraba la iglesia, estaba repleta de gente que quería llegar a la iglesia. Los propietarios de tiendas las cerraban temprano para encontrar un asiento en la iglesia. Un reportero fue enviado y describió vivamente lo que vio: una reunión extraña que duró hasta las 4:25 de la madrugada; y aun a esa hora la gente no quería ir a casa.

El movimiento pasó sobre Gales como una marea alta; en cinco meses se convirtieron cien mil personas en todo el país. Cinco años después, el Dr.J.V.Morgan escribió un libro para desprestigiar el avivamiento; su crítica principal fue que de estos cien mil convertidos, ¡después de cinco años "solo" setenta y cinco mil seguían siendo miembros de iglesias! El impacto social fue asombroso. Por ejemplo, los jueces no tenían ningún caso a juzgar: no hubo robos, ni asaltos, ni violaciones, ni asesinatos, ni malversaciones, nada. Los consejos distritales tuvieron asambleas de emergencia para discutir de qué hacer con la policía que ahora se quedó sin trabajo.

En cierto lugar, llamaron al sargento de la policía y le preguntaron: "¿Qué hace Ud. con su tiempo?" - El respondió: "Antes del avivamiento teníamos dos trabajos principales: prevenir delitos, y controlar multitudes como por ejemplo en partidos de fútbol. Desde que comenzó el avivamiento, prácticamente ya no hay delitos. Entonces simplemente nos quedamos con las multitudes." - Un miembro del consejo preguntó: "¿Qué significa esto?" - El sargento respondió: "Ud. sabe donde están las multitudes. Están llenando las iglesias." - "¿Pero cómo afecta esto a la policía?" - "Tenemos diecisiete policías en nuestro puesto. Tenemos tres cuartetos, y si alguna iglesia desea que cante un cuarteto, entonces nos llaman al puesto."

Mientras el avivamiento pasó por Gales, el alcoholismo se redujo a la mitad. Hubo una ola de bancarrotas - casi todas cantinas. Hubo también cierto atraso en las minas, porque muchos mineros se convirtieron y dejaron de hablar groserías; entonces sus caballos que jalaban las carretas de carbones en las minas, ya no podían comprender lo que les dijeron. El avivamiento afectó también la moral sexual. En los números provistos por los expertos del gobierno británico, se notó que en dos condados el número de nacimientos ilegítimos había bajado en 44% dentro de un año después del comienzo del avivamiento. El avivamiento pasó por Gran Bretaña, Escandinavia, Alemania, Norteamérica, Asia Austral, África, Brasil, México y Chile. Como siempre, comenzó con un movimiento de oración.

Evan Roberts no tenía los dones de un gran intelecto, ni era un orador elocuente, pero tenía una pasión ardiente por Jesús. Mientras otros jóvenes estaban paseando en sus veleros en la bahía, el joven Roberts asistía fielmente a las reuniones de oración. Aunque tenía solamente 26 años, Evan Roberts no tenía tiempo para distracciones y placeres juveniles. Día y noche sin cesar oraba, lloraba y suspiraba por un gran avivamiento espiritual. El escribió: "Por diez u once años había orado por avivamiento. Podía quedarme despierto toda la noche para leer o hablar sobre avivamiento." Finalmente fue desalojado de su cuarto alquilado, porque la propietaria pensaba que en su entusiasmo estaba poseído o un poco loco. Pasaba horas orando y predicando en su cuarto, hasta que la señora le tuvo miedo y le pidió marcharse.

El papel de Evan Roberts en el avivamiento no fue nada convencional. A menudo simplemente guiaba a la gente en oración o leía las Escrituras. En otras ocasión se quedaba sentado tranquilamente, mientras la gente, uno por uno, confesaban sus pecados o dieron testimonio de la victoria y del poder de Cristo. También había tiempos gloriosos de adoración que duraban horas. Roberts solo daba instrucciones humildes de vez en cuando, y dejaba que el Espíritu Santo hiciera el resto.

El era un ejemplo constante, no de como predicar, pero de como dejarse guiar por el Espíritu. El avivamiento galés fue una invasión poderosa del Espíritu; el reino de Dios se manifestó de manera radical en la tierra. Los ingresos de los trabajadores, en vez de malgastarse en bebidas y vicios, traían ahora gran alegría a sus familias. Grandes deudas fueron pagadas por miles de nuevos convertidos. Hacer restitución fue la orden del día. Los negocios de juegos y alcohol perdieron su trabajo, y los teatros cerraron. El fútbol fue olvidado tanto por los jugadores como por los espectadores, aunque no se dijo nada acerca de ello desde los púlpitos. La gente tenía nuevas vidas y nuevos intereses. Las reuniones políticas fueron suspendidas o abandonadas; nadie estaba interesado. Los líderes políticos del parlamento en Londres se dedicaron ellos mismos a las reuniones de avivamiento. Las barreras denominacionales, hechas por los hombres, colapsaron completamente cuando creyentes y pastores adoraban juntos a su Señor majestuoso."

Una de las características sobresalientes del avivamiento fue la confesión de pecados, no solo entre los incrédulos, sino entre los cristianos. Todos fueron quebrantados y se derritieron ante la cruz de Cristo. Durante todo el avivamiento, Evan Roberts enfatizaba constantemente la necesidad de tratar honestamente con el pecado, la obediencia completa hacia el Espíritu Santo, y la preeminencia del Señor Jesucristo.

Evan Roberts fue un instrumento para traer sanidad a un país entero, porque se preocupaba y lloraba y oraba. El abrazó el corazón quebrantado de Dios y se lo volvió a ofrecer por medio de la oración y la intercesión. Como resultado, dondequiera que iba, los corazones se encendieron con el amor de Dios.

lunes, 12 de mayo de 2014

Movimiento de Restauración - Gabriel Falco



¡Somos hijos de un movimiento de renovación! ¡Somos un Movimiento de Restauración de la Iglesia! 
Esto es parte de nuestra identidad en Cristo, relacionada al aspecto comunitario.  

Introducción a la Iglesia

La iglesia comienza a ser engendrada por Jesucristo al inicio de su ministerio público y nace o se forma en su totalidad con la venida del Espíritu Santo en pentecostés, marcando por la gracia de Dios, el comienzo de un nuevo tiempo, el del Nuevo Pacto. Por supuesto, para que esto ocurriera, fueron necesarios los dolores de parto, el sufrimiento que finalmente produjo la muerte de nuestro Señor y Redentor. En esa muerte, Él carga con nuestros pecados, paga nuestras culpas, perdonándonos «todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.» (Col 2.13-15). De igual manera fue necesaria su resurrección de entre los muertos. Mediante ella nos dió vida, poder y victoria. 


Ekklesía (ἐκκλησία)

De esta manera comienza la iglesia, la Ekklesía:

En su original, del griego antiguo, Ekklesía (ἐκκλησία) significa literalmente asamblea. Se refería a la principal asamblea de la democracia ateniense en la antigua Grecia, que fue instaurada en el 594 a.C. y tenía un carácter popular.

Haciendo un repaso a las Escrituras neotestamentarias, encontramos una amplia definición para completar la idea espiritual de lo que es iglesia. El Espíritu Santo trajo amplia revelación a los escritores bíblicos y partiendo desde la base de iglesia como asamblea o congregación de los santos, quiso dejarnos muy claro que no se refería solamente a eso, que no se trata en absoluto de una reunión litúrgica, sino que la iglesia bíblica y espiritual tiene una definición y un significado muchísimo mas amplio. Hacer una breve mención de algunas de ellas, nos ayudarán a tener una mejor comprensión de lo que es verdaderamente iglesia en el corazón y pensamiento de Dios. 

Iglesia es el Cuerpo de Cristo, 
«...y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.» (Ef 1:22, 23)

Iglesia es Pueblo de Dios
«Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;» (1 Pe 2:9)

Iglesia es Familia de Dios
«Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios...» (Ef 2:19) 

Templo de Dios, morada de Dios, edificio santo.      
«¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.» (1 Co 3:16, 17)

La Plenitud de Cristo
«…lo dio (a Jesucristo) por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.» (Ef 1.22-23). 

La iglesia es la comunidad de hombres y mujeres, que reconociendo a Jesucristo como el Señor de sus vidas, han nacido de nuevo y unidos en compromiso de pacto, conforman el pueblo de Dios. Es la comunión de los santos que viven el Reino de Dios.

La iglesia es la comunidad de discípulos de Jesucristo, en una viva comunión, comprometidos con el reino de Dios, a manifestarlo y extenderlo, lo cual es su misión. Es la comunión espiritual, que vive en el poder de Dios y se mueve en los dones espirituales. Dicho de otra forma, utilizando algunas palabras del griego sería mas o menos así: Ekklesía, una Koinonía pneumática, dinámica y carismática. 

La iglesia es el cuerpo de Cristo, su plenitud. Es pueblo y familia de Dios. Es templo y morada de Dios. Un edificio santo, espiritual donde habita Dios el Espíritu Santo.

Hemos aprendido que iglesia no es una organización sino un organismo, que tiene vida, que está en movimiento y en crecimiento. La iglesia no es estática sino dinámica. No es una religión, es vida y relación. 
Esto es la iglesia!

La Iglesia Primitiva

Jerusalén… la iglesia crece a pasos agigantados, es verdadera sal y luz, viven el Reino como verdadera familia.   
Toda Judea… Galilea y Samaria… 
«Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.» (Hch 9.31). 
Las naciones… comenzando con Pedro en casa de Cornelio en Cesarea, pasando por Antioquía donde comienza el ministerio de Pablo, hasta que llega a decir: «de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo.» (Ro 15.19).  

Decadencia  

Por alguna causa, Dios en su inmensa sabiduría y soberanía, ha permitido que la iglesia fuera decayendo de su propósito original, a partir de la legalización de la "religión cristiana" en el año 313 d.C. por parte del emperador Constantino. De esta manera, la iglesia se institucionaliza, se acomoda, se aburguesa.  La iglesia pierde su sabor, pierde su aroma, pierde su propósito. Pierde su brillantez, su resplandor, su luz. 

La iglesia institucionalizada llega hasta grados muy bajos, perdiendo por completo su esencia, su misión y propósito. En la edad media se sumerge en un oscurantismo tal que hasta la misma "iglesia" prohíbe la lectura de las Sagradas Escrituras. La iglesia perdió por completo su mensaje. 

Restauración

Una vez mas, Dios en su inmensa soberanía y abundante gracia, comienza a restaurar la iglesia. Comenzando con la conocida Reforma Protestante, a partir de Martín Lutero y otros que se levantaron en el siglo XVI.  Y pasando por algunos tiempos de restauración como lo fueron el avivamiento pentecostal a principios del siglo XX, y la llamada renovación carismática, de la década del 60, de la cual podemos decir que de alguna manera somos parte. 

¿Y ahora qué? Llevamos más de medio siglo desde el comienzo del último movimiento de restauración, si bien la iglesia en general se ha beneficiado, ha despertado y ha adoptado algunas de las áreas que tocaron la restauración, otros puntos más fundamentales de esta restauración no han asumido, como es el "Propósito Eterno de Dios", el "Evangelio del Reino de Dios", el "Señorío de Jesucristo",  la gran comisión no meramente como la salvación de las almas sino el ir y "hacer discípulos". 

Un pequeño temor que nos ha acompañado algunas veces es al aburguesamiento, al acomodarnos a la nueva realidad (de la Comunidad Cristiana), para salvaguardarnos hemos repetido muchas veces que no somos una denominación, que somos un movimiento. En el camino algunos de entre nosotros han dicho es necesario renovar la renovación, otros se han levantado diciendo somos la renovación de la renovación (y algunos se han ido con esta idea, pero la realidad es que no han mejorado lo que nosotros vivimos).  Mas bien debemos decir que a lo largo de estos años hemos visto a muchos volver atrás, a la religiosidad evangélica pos-moderna. 

Ahora la pregunta es, ¿ya hemos visto todo lo que teníamos que ver? La iglesia ideada por Dios ¿es esto? Mencionamos el comienzo de la iglesia por medio de la obra de Jesucristo y la venida del Espíritu Santo, hicimos una breve mención del avance de la iglesia en los primeros tres siglos y luego su decadencia. Vimos también como luego de varios siglos de oscuridad Dios comienza a restaurar la iglesia, pasando por distintos "movimientos de restauración", así les llamamos. Pero… ¿esto es todo? ¿Hemos alcanzado ya la totalidad de la restauración de la Iglesia? ¿hay mas? Si hay mas, ¿qué estamos haciendo?  

La  Reedificación de la Ciudad Santa

En la antigüedad había guardas de la ciudad que velaban y cuidaban de ella. Entre nosotros Dios ha puesto guardas que cuidan la ciudad santa que es la iglesia. Estos guardas y muchos de nosotros, estamos cautelosos y temerosos por cuanta falsa doctrina se ha levantado en los últimos tiempos en la iglesia en general, y a modo de los antiguos guardas de las puertas de la ciudad velamos y controlamos todo lo que entra a la ciudad. Bien…!

Pero, ¿y la reedificación de la ciudad? ¿y todo lo que falta restaurar…?

Nehemías 4.6-23

«Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar. 7Pero aconteció que oyendo Sanbalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los de Asdod, que los muros de Jerusalén eran reparados, porque ya los portillos comenzaban a ser cerrados, se encolerizaron mucho; 8y conspiraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño. 9Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos guarda contra ellos de día y de noche. 10Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro. 11Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean, hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra. 12Pero sucedió que cuando venían los judíos que habitaban entre ellos, nos decían hasta diez veces: De todos los lugares de donde volviereis, ellos caerán sobre vosotros. 13Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos. 14Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas. 15Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea. 16Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá. 17Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada. 18Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí. 19Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos unos de otros. 20En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros. 21Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y la mitad de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta que salían las estrellas. 22También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado permanezca dentro de Jerusalén, y de noche sirvan de centinela y de día en la obra. 23Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes, ni la gente de guardia que me seguía, nos quitamos nuestro vestido; cada uno se desnudaba solamente para bañarse.»

Vs. 6. - Edificamos hasta la mitad… con ánimo… 
Vs. 7-8. - El enemigo se enoja y conspira… 
Vs. 9. - Supimos de la conspiración… oramos… y pusimos guardas contra ellos…
Vs. 10. - Vino el desánimo… "las fuerzas se han debilitado… el escombro es mucho… no podemos edificar…"
Vs. 12. - El temor y la preocupación avanza… "de todos los lugares… ellos caerán sobre nosotros…"
Vs. 13. - La preocupación: la defensa de la ciudad contra los enemigos…
Vs. 14. - Viene el ánimo, "me levanté y dije…"  
Vs. 15. - "Lo entendimos… y nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea."
Vs. 16. - "Desde aquel día, la mitad trabajaba en la obra y la otra mitad defendía…"
Vs. 17-18. - "Los que edificaban… con una mano trabajaban en la obra y en la otra tenían la espada."
Vs. 19. - "La obra es grande y extensa… y nosotros estamos apartados lejos unos de otros."
Vs. 20. - Estemos atentos a la trompeta… donde suene debemos reunirnos allí para ayudarnos… "Dios peleará por nosotros"
Vs. 22. - "Cada uno permanezca dentro… de noche sirvan de centinela y de día en la obra."
Vs.23. - Nadie se quite sus ropas… 

Avancemos Hacia la Restauración Total de la Iglesia

Lo que quiero decir es que apenas hemos edificado hasta la mitad… aún hay mucho por restaurar, hay mucho por reedificar, aun no lo hemos alcanzado todo, todavía la iglesia necesita ser restaurada… ¿Qué vamos a hacer nosotros? ¿Vamos a quedarnos en los primeros versículos? ¿Vamos a quedarnos en el Statu Quo? ¿Nos conformaremos a la iglesia de este siglo? ¿O tenemos algo mas para aportar a nuestra generación y la venidera? 

Personalmente considero que nos hemos detenido... No estamos reconstruyendo... Nuestros muros están por la mitad... Lo que hicimos, lo hicimos con mucho animo, pero aquí nos quedamos, le damos mantenimiento a lo que tenemos y en general lo vamos cuidando bastante bien, tenemos la mitad del muro muy bien cuidado y nuestros guardas lo defienden muy bien. Conocemos cada centímetro de nuestro muro, hasta lo hemos memorizado, vez tras vez lo hemos reparado y pintado, le quitamos las telarañas y la humedad... 

Pero hay mucho mas por restaurar!!! 

jueves, 1 de mayo de 2014

El ministerio de la oración intercesora - Andrew Murray

Capítulo 1- LA FALTA DE ORACIÓN

"Codiciáis, y no tenéis", Santiago 4:2.
"Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese" (intercesor), Isaías 59:16.
"Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti", Isaías 64:7.
EN NUESTRA última convención en Wellington para la profundización de la vida espiritual, las reuniones de la mañana se dedicaron a la oración y a la intercesión. Se halló gran bendición tanto al oír lo que enseña la Palabra de Dios sobre la necesidad y el poder de la oración, como al unirnos para la súplica unida. Muchos pensaron que sabemos muy poco acerca de la oración perseverante e importuna, y que ésta es en realidad una de las necesidades más grandes de la iglesia.

Durante los últimos dos meses, he asistido a varias convenciones. En la primera, una Conferencia Misionera Holandesa en Langlaagte, la oración fue el tema general de los mensajes. Luego en la próxima, en Johannesburgo, un hombre de negocios dijo que tenía la profunda convicción de que la iglesia de nuestro día necesita grandemente más del espíritu de la práctica de la intercesión. Una semana después, en una Conferencia Ministerial Holandesa, pasamos dos días estudiando la obra del Espíritu Santo y, posteriormente, otros tres días estudiando la relación del Espíritu con la oración. Fuimos guiados a escoger el tema de la oración para las reuniones de los pastores en las sucesivas convenciones. Por todas partes la gente confesaba: “¡Oramos muy poco!” Junto con esto, parecía haber el temor de que, a causa de la presión del trabajo y la fuerza del hábito, era casi imposible esperar cualquier cambio grande.
Estas conversaciones me produjeron una profunda impresión. Había una gran desesperanza por parte de los siervos de Dios con respecto a la posibilidad de que se produjera un cambio completo y se hallara una real liberación, de un fracaso que solo puede impedir nuestro gozo en Dios y nuestro poder en su servicio. Yo le pedí a Dios que me diera palabras para llamar la atención sobre este mal, pero aun más, que despertara la fe e inspirara la seguridad de que Dios por su Espíritu nos capacitara para orar como debemos.
Permítame presentarle algunos ejemplos para demostrar cuan universal es la falta de una adecuada vida de oración.

El año pasado, el doctor Whyte, de la Iglesia Libre de San Jorge. Edimburgo, en un mensaje dirigido a los pastores, dijo que el como joven pastor, había pensado que cualquier tiempo que le quedara de la visita pastoral, debía pasarlo hasta donde le fuera posible estudiando libros. El quería alimentar a su pueblo con lo mejor que pudiera prepararles. Pero ahora había aprendido que la oración era más importante que el estudio. El les recordó a sus hermanos aquella elección de los diáconos para que se hicieran cargo de las recolectas, para que los doce apóstoles persistieran "en la oración y en el ministerio de la palabra". Dijo que algunas veces, cuando los diáconos le llevaban su salario, él tenía que preguntarse si había sido tan fiel en sus obligaciones como los diáconos en las de ellos. El sentía como si ya fuera tarde para volver a adquirir aquello que había perdido, e instó a sus hermanos a orar más. ¡Qué solemne confesión y advertencia por parte de alguien que ocupa un puesto alto! ¡Oramos muy poco!

Hace dos años, durante una convención que se realizó en Regent Square, en una conversación con un pastor londinense muy conocido, surgió este tema. El insistía en que dedicar muchísimo tiempo a la oración, implicaría el descuido de los llamados imperativos del deber. Este pastor dijo: "Antes del desayuno, se recibe el correo de la mañana, donde hay diez o doce cartas que se tienen que contestar, además de cumplir otros compromisos incontables, más que suficientes para llenar el día. Es difícil ver cómo puede hacerse eso".
Le respondí que era sencillamente asunto de escoger si el llamado de Dios a que le dediquemos nuestro tiempo y nuestra atención era más importante que el de los hombres. Si Dios esta esperando encontrarse con nosotros y darnos bendición y poder del ciclo para su obra, es una política miope poner otro trabajo en el lugar que Dios y la espera en él deben de ocupar.
En una de nuestras reuniones pastorales, el superintendente de un distrito grande lo expresó del siguiente modo: "Yo me levanto en la mañana y paso media hora con Dios, estudiando la Palabra y orando, en mi cuarto, antes del desayuno. Luego, salgo, y estoy ocupado todo el día con numerosos compromisos. Creo que no pasan muchos minutos sin que respire una oración para pedir guía y ayuda. Después de mi día de trabajo, realizo mis devociones nocturnas y le hablo a Dios acerca de la obra del día. Pero de la oración intensa, definida, e importuna de la que habla la Biblia, sabemos muy poco". ¿Qué debo pensar de tal vida?, preguntó él.

Todos vemos el contraste que hay entre un hombre cuyos ingresos escasamente sostienen a su familia y mantienen su negocio, y otro cuyos ingresos lo capacitan para expandir su negocio y también para ayudar a otros. Puede haber una vida cristiana sincera en la cual sólo hay suficiente oración para mantener la posición que hemos logrado, pero sin mucho crecimiento en la espiritualidad o semejanza a Cristo. Esa es una actitud más bien defensiva, que busca pelear contra la tentación, y no una actitud agresiva que se extiende hacia los logros mas elevados. Si en verdad ha de haber una marcha de fortaleza en fortaleza, y una experiencia significativa del poder de Dios para santificarnos y hacer que desciendan bendiciones sobre otros, tiene que haber una oración más definida y perseverante. La enseñanza bíblica acerca de clamar día y noche, de continuar firmes en la oración, de velar y orar, de ser oídos por la importunidad, en algún grado tiene que llegar a ser nuestra experiencia, si hemos de ser intercesores.
En la siguiente convención se presentó la misma pregunta en forma algo diferente. "Soy presidente de un centro al cual le corresponde atender un distrito grande. Veo la importancia de orar mucho, y sin embargo, mi vida casi no me deja tiempo para ello. ¿Hemos de someternos? O díganos, ¿cómo podemos lograr lo que deseamos?"

Admití que la dificultad era universal.
Uno de nuestros misioneros en África del Sur que más honores ha recibido tuvo la misma queja: "A las cinco de la mañana hay personas en la puerta que esperan medicinas. A las seis llegan los tipógrafos, y tengo que ponerlos a trabajar y enseñarles. A las nueve me llama la escuela, y hasta tarde en la noche estoy ocupado con numerosas cartas que tengo que contestar".
Para responder, cité un proverbio holandés: “Lo que es más pesado tiene que pesar más”. Es decir, lo más pesado tiene que ocupar el primer lugar. La ley de Dios es inmutable; así como sucede en la tierra, en nuestra comunicación con el cielo, sólo obtenemos según lo que damos. A menos que estemos dispuestos a pagar el precio, a sacrificar tiempo y atención, y tareas aparentemente legítimas o necesarias a favor de los dones celestiales, no necesitamos buscar mucho poder del cielo para nuestra obra".
Todo el grupo se unió en esta triste confesión. Lo habían pensado bien, habían lamentado el asunto incontables veces. Aun así, allí estaban ellos, con todos estos clamores que ejercían presión y todos los fracasos de las resoluciones de orar, que obstruían el camino. Posteriormente, en este libro hallará el informe que le dirá hacia dónde nos llevó esta conversación.

Permítame hacer mención de un testigo más. Durante mi viaje me encontré con uno de los padres Cowley, quienes tienen retiros para los clérigos de la iglesia anglicana. Me interesé en saber la línea de enseñanza que él seguía. En el transcurso de la conversación, él usó la expresión "la distracción de los negocios", que según él, era una de las grandes dificultades a que tenía que hacer frente en sí mismo y en otros. Por los votos de su orden, él estaba obligado a dedicarse especialmente a la oración. Pero le parecía muy difícil. Todos los días, tenía que estar en cuatro diferentes puntos del pueblo en que vivía; su predecesor le había dejado la responsabilidad de varios comités, donde se esperaba que él hiciera toda la obra. Parecía que todo conspiraba para impedirle orar.

Ciertamente, este testimonio demuestra que la oración no ocupa el lugar que debiera ocupar en nuestra vida pastoral y cristiana. Todos estamos dispuestos a confesar tal deficiencia. Estos ejemplos también indican que las dificultades que bloquean la liberación hacen casi imposible el regreso a una vida verdadera y llena de oración.
Pero ... bendito sea Dios: "Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios". "Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra".
El llamado de Dios a orar mucho no necesita ser una carga, ni una causa de continua auto condenación. El quiere que sea un gozo. El puede hacer que sea una inspiración. Por medio de ese llamado nos puede dar fuerza para todo nuestro trabajo y hacer descender su poder para que obre por medio de nosotros en nuestros semejantes.

Sin temor, confesemos el pecado que nos avergüenza, y luego hagámosle frente en el nombre de nuestro poderoso Redentor. La misma luz que nos muestra nuestro pecado y nos condena por él, nos mostrará la vía de escape hacia la vida de libertad que agrada a Dios. Que esta infidelidad en la oración nos convenza de la falta en nuestra vida cristiana que yace en la raíz de ella. Luego, Dios usará este descubrimiento para llevarnos, no solo al poder para orar que tanto anhelamos, sino también al gozo de una vida nueva y saludable, de la cual la oración es la expresión espontánea.
¿Cómo puede transformarse nuestra falta de oración en una bendición? ¿Cómo puede cambiarse en un sendero de entrada en que el mal sea dominado? ¿Cómo puede llegar a ser nuestra relación con el Padre lo que debe ser: una relación de continua oración e intercesión, de tal modo que nosotros y el mundo que nos rodea seamos bendecidos?

Tenemos que comenzar regresando a la Palabra de Dios para estudiar el lugar que Dios quiere que ocupe la oración en la vida de su hijo y de su iglesia. Un nuevo entendimiento de lo que es la oración según la voluntad de Dios, de lo que nuestras oraciones pueden ser, por la gracia de Dios, nos librará de nuestras, débiles y deterioradas actitudes acerca de la absoluta necesidad de la oración continua, que yacen en la raíz de nuestro fracaso.
Cuando nosotros logremos un discernimiento de lo razonable y recta que es esta asignación divina, y cuando estemos plenamente convencidos de la manera tan maravillosa como cuadra con el amor de Dios y con nuestra propia felicidad, nos libraremos de la falsa impresión de que ésta es una demanda arbitraria. Con todo el corazón y con toda el alma, estaremos de acuerdo y nos rendiremos a ella, y nos regocijaremos en ella, como la manera única y posible de que la bendición del cielo venga a la tierra.
Todo pensamiento de que ésa es una tarea y una carga de esfuerzo propio y fatiga, pasará. Tan sencilla como es la respiración para la vida física, así será la oración en la vida del cristiano que está dirigido y lleno por el Espíritu de Dios.

A medida que pensamos en esta enseñanza de la Palabra de Dios sobre la oración y la aceptamos, comprenderemos que nuestro fracaso en nuestra vida de oración es el resultado de nuestro fracaso de la vida en el Espíritu. La oración es una de las funciones más celestiales y espirituales de la vida en el Espíritu. ¿Cómo pudiéramos tratar de cumplirla o esperar cumplirla de tal manera que agrade a Dios, sin que nuestra alma tenga perfecta salud y nuestra vida esté poseída y movida por el Espíritu de Dios?
El discernimiento con respecto al lugar que Dios quiere que la oración ocupe en una vida cristiana plena, nos mostrará que no hemos estado viviendo la vida verdadera y abundante. Cualquier pensamiento sobre orar más, o sobre orar de manera eficaz, será vano, a menos que lleguemos a una relación más íntima con nuestro bendito Señor Jesús. Cristo es nuestra vida. El vive en nosotros de una manera tan real que su vida de oración en la tierra y de intercesión en el cielo se nos infunde en la medida en que nuestra entrega y nuestra fe lo permitan y lo acepten.

Jesucristo es el sanador de todas las enfermedades, el vencedor de todos los enemigos, el que libra de todo pecado. Nuestro fracaso nos enseña a volvernos de nuevo a él, a hallar en él la gracia que da para orar como debemos. La humillación de nuestro fracaso pasado puede transformarse en nuestra mayor bendición. Roguémosle a Dios que él visite nuestra alma y nos haga aptos para aquella obra de intercesión que es la mayor necesidad de la iglesia y del mundo. Sólo mediante la intercesión puede descender del cielo el poder que capacitará a la iglesia para conquistar al mundo.

Avivemos el don dormido que no hemos puesto en uso. Tratemos de reunir, enseñar y agrupar a todos los que podamos para que le recordemos a Dios sus promesas. No le demos a él descanso hasta que haga que su iglesia sea un gozo en la tierra Nada sino la oración puede hacer frente al intenso espíritu de mundanalidad de que se oyen quejas por todas partes.