lunes, 23 de febrero de 2015

El querer y el hacer - M.Moraes


La pregunta es: Es posible que alguien se niegue a sí mismo diciendo; ¡basta ya de mí! Para mí ya no hay nada. 
En mi vida ahora solo tiene que ver con Jesús, para mí mismo nada, yo me niego. Después de esto tengo que ir y tomar la cruz y deliberadamente perder la vida, mirar lo que tengo y renunciar a todo en la vida. Haciendo todo esto de todo corazón, con convicción en verdad de espíritu. ¿Es posible que una persona pueda hacer la voluntad de Dios en su vida? 

¿Qué es necesario para cambiar de actitud? Son necesario 4 cosas:
1. - Negarse a sí mismo.
2.- Tomar la cruz.
3.- Perder la vida.
4.- Renunciar a todo.

Cuando miramos estas expresiones, podemos pensar que es más fácil ser condenado a la silla eléctrica.

Amados vamos a leer Romanos 7:14 a 8:4.
Leamos Filipenses 2.12-13 donde encontramos el resumen de lo que estamos discutiendo.


Hay una salvación para ser desarrollada y hay solo una forma para desarrollarla, tener una actitud de temor y temblor. Cuando el escritor a los Hebreos habla del temor y temblor él dice; porque Dios es fuego consumidor. (Heb12.29.

El Espíritu Santo dice hoy; ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor.
En el versículo 13 de Filipenses 2 parece decir lo contrario. Cuando uno lee el versículo 12 sale corriendo en una dirección y cuando se lee el 13 uno puede salir en la dirección contraria, porque en este versículo aparece que Dios es el que produce el querer como el hacer.
La pregunta es ¿Quién es el que hace en este asunto? ¿Es Dios que hace en nuestro desarrollo? Aquí dice que Dios quien produce en nosotros.

Ah!!! Es Dios quien hace en nosotros qué bueno!!!
Cuando oímos que Dios es que hace en nosotros nos animamos y descansamos en Dios, pero al día siguiente además de estar animados y descansados podemos estar de brazos cruzados. Entonces comienzo a decir que es Dios quien va hacer, luego viene Dios y me dice: ¿Qué haces ahí de brazos cruzados? ¿Por qué estas parado ahí? ¡Anda rápido a ocuparte de tú salvación!

Cuando Dios habla así con migo entonces me levanto a ocuparme de mi salvación. Más doy tres pasos y descubro que mis piernas están tambaleando y mi respiración está muy agitada descubro que este asunto de ocuparme de mi salvación es muy difícil. Pero yo quiero ser más santo y ser más santo y más santo, pero parece que en cuanto quiero ser más santo la santidad está más lejos de mí. Ahí comienzo a sacar la lengua para afuera y a decir; Dios no lo consigo..... Y Dios dice.
Calma muchacho ¿qué estás haciendo ahí?
Nuevamente pregunto:

¡Como, Señor! El Señor no me mando a ocuparme de mi salvación..... Él dice.
¿Tú no sabes que soy yo el que hago? ¿Qué haces todo acalorado ahí? Soy Yo quien hago en ti.
Al final de cuentas ¿es Dios quien hace o soy yo quien hace?


Vamos a comenzar por el vs.13 de Fil. 2 ¿Qué es lo que Dios efectúa en nosotros? Dos cosas; el querer y hacer, Dios es el efectúa estas dos cosas ¿por qué Dios es el que efectúa estas cosas? ¿Por qué Dios tiene que hacerlas? ¿Porqué Dios tiene que efectuar en mí el querer y el hacer?

El hombre tiene dos problemas; un problema es que el hombre es rebelde, y no quiere hacer la voluntad de Dios el hombre quiere hacer su propia voluntad. El hombre no ama la voluntad de Dios, el ama su propia voluntad, y Dios tiene que producir en el hombre que él quiera la voluntad de Dios.
¿Cuál es el otro problema? El hombre no consigue hacer la voluntad de Dios ¡No puede! Aun que él quiera. El pueblo de Israel llego donde Moisés y le dijo;

Moisés, puedes traer la ley y todo lo que el Señor manda, eso haremos. Y después cuando leemos la historia de aquel pueblo nos damos cuenta de esta realidad.
El hombre no quiere hacer la voluntad de Dios porque es rebelde, más también aunque quisiera no podría. Rom.8.8.

La naturaleza del hombre fue corrompida, el hombre está incapacitado de hacer la voluntad de Dios. ¿Cómo Dios efectúa en el hombre el querer y hacer?


Hay una palabrita que explica todo esto: Arrepentimiento. Dios lleva al hombre al arrepentimiento. El hombre es rebelde, el hombre no quiere hacer la voluntad de Dios, Dios lleva a ese hombre al arrepentimiento, Pablo hace una pregunta a los Romanos que muchas veces no se lee Rom2.24.

¿Cómo es que el hombre se arrepiente de hecho y de verdad? Cuando el ve a Cristo, cuando el compara a Jesús y la criatura.

Las primeras criaturas fueron Satanás y sus ángeles que siendo criaturas de Dios quisieron ser como Dios. Después fue Adán, el también quiso ser como Dios. Él nos hizo vivir en este sistema de rebelión. La tierra es un foco de rebelión en el universo. Más es aquí en esta tierra que viene Jesús. Y el es Dios. Él no quería ser como Dios, Él era Dios. Él hizo lo contrario de la criatura. La criatura siendo criatura quiso ser como Dios. Jesús siendo el Creador, el Verbo eterno se hizo criatura para ser una sola cosa: Obedecer, obedecer y ser obediente hasta la muerte y muerte de cruz.

Cuando vemos esto, nos maravillamos esto nos quiebra nuestra cabeza orgullosa. Cuando el Espíritu Santo nos ilumina para que veamos las riquezas de la humildad de Jesús, ponemos nuestras manos en la cabeza y decimos:

Que fea es mi rebelión, como es fea, como es asquerosa mi rebeldía. Estoy perdido por causa de la rebelión, es ahí cuando nos arrepentimos y decimos:

Jesús renuncio a todo, yo renuncio a todo, Jesús tomo el yugo yo también tomare el yugo. Cuando llegamos a ese punto es por que Dios produjo en nosotros el querer. Antes no queríamos hacer la voluntad de Dios, ahora queremos hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas.
Antes no queríamos ni amábamos la voluntad de Dios y hoy si queremos y amamos la voluntad de Dios es por que Dios produjo en nosotros el querer su voluntad por la humildad de Cristo, por el ejemplo de Cristo y revelándonos a Cristo nos llevaron al arrepentimiento. Glorias por tanto a Jesucristo.

¿Tú corazón no esta maravillado con Jesús? Tú contemplas aquel carpintero es bueno mirar fijamente a ese carpintero manso y humilde de corazón Él está transformándonos nuestro corazón a la misma humildad de Él gloria Dios.


Dios es el que produce en nosotros el querer y el hacer

Mientras tanto necesitamos entender algo muy importante:
La palabra arrepentimiento están fuerte en nuestro medio, tan repetida, tan esclarecida, tan graciosamente entendida que corremos un riesgo; un riesgo de creer que con el arrepentimiento está todo resuelto. Tú te arrepientes, te niegas a ti mismo, no quiere hacer nada para ti, solo quieres hacer la voluntad de Dios y esta todo solucionado.

Dios produce en nosotros el querer, llevándonos al arrepentimiento, más Dios produce el hacer si vivimos una vida de fe en Jesús.

¿Cómo Dios produce el querer? Por el arrepentimiento.

¿Cómo Dios produce en nosotros el hacer, el cumplir y el obedecer su voluntad? Por la fe.
Querer es solo querer. Querer no es hacer. El arrepentimiento nos lleva a querer. La fe nos lleva a vivir. A realizar. A cumplir toda la soberana voluntad de Dios.


Una pregunta más.

¿Puede alguien haberse apropiado y recibido de Dios la primera parte y no recibir la segunda? ¿Puede Dios efectuar el querer y no haber efectuado el hacer? ¿Puede o no?
Puede que hallan hoy muchas dudas con respecto a esto, pero hoy hay que tener plena certeza respecto a esto. No es posible que esto acontezca, pero la verdad estas dudas les acontecen a muchos. Como puede ser posible que Dios produjera el querer en una persona es decir que se arrepintió, se niega así mismo, toma su cruz, renuncia a todo lo que posee y es capas de perder la vida... ¿y Dios no puede realizar el hacer?

La lectura de los textos cuando comenzamos este estudio sería suficiente para responder esta pregunta. Vamos a leer Rom7.18 nuevamente.

¿Pablo es un esquizofrénico a caso? Parece que él tenía dos personalidades. Él quería hacer una cosa pero en realidad hacia otra la que no quería. Mas el mal que no quería eso era lo él hacia, parece que el apóstol se estaba volviendo loco.

Vemos aquí claramente a través de las escrituras mostrándonos un hombre que admiramos profundamente, y que Dios había efectuado en él el querer. Él decía que con la mente él era esclavo a la ley de Cristo. Aquí no estamos hablando de un mal convertido, de un religioso, aquí cuenta la experiencia de un hombre que el Espíritu Santo está ablandando el corazón por la voluntad de Dios, a tal punto que el dice; desventurado miserable hombre que soy. Alguna ves el Espíritu de Dios te ayudo a dar ese grito, quien sabe a lo mejor 100 veces o por que no decir un millón de veces.
“El querer el bien está en mi, pero no puedo efectuarlo” Esa es la experiencia de Pablo.

Nos necesitamos como Iglesia, con mucha urgencia, entender la importancia de este asunto que estamos hablando aquí. Por que esta revelación que el Señor nos esta dando sobre el arrepentimiento es tan grande, tan fuerte que corremos el riesgo de solucionar y resolver toda la problemática en el arrepentimiento.


Como estábamos perdidos y confusos cuando no entendíamos el arrepentimiento, creímos en una gracia de Jesús que no sabíamos por donde comenzaba y no sabíamos como usarla. Gracias a Dios por la revelación del yugo de Cristo.

Muchas veces aquellas personas que están llenas de problemas son niños. Que no quieren tomar su cruz, que no quieren renunciar todo, pero no siempre es así.

Muchísimas veces pero muchas veces hay personas que aman la voluntad de Dios pero descubren que no pueden hacerla. Pero si Dios ya realizo en esas personas el querer se hayan como Pablo diciendo: ¡Soy un desventurado un miserable! Que no consigo vencer. Nos adelantamos a decirle a esa persona; toma tu cruz, renuncia, pierde...No es por ahí.

El arrepentimiento no tiene el poder para hacer es solo una condición.
Es como un mendigo que alguien le extiende una mano y le dice:
¿Quieres salir de esto?.... El mira y responde. Quiero...

¡Entonces dame la mano! --- El mendigo comienza a extender su mano.
Se arrepintió de vivir en la miseria. ¿Hay poder en esto? No hay poder en que se arrepienta. El poder está cuando se le extiende la mano para salir de su estado.
----- Ven acá que yo te voy a tirar de tú mano---- y él responde. Yo quiero salir de esta porquería de vida.

El arrepentimiento no tiene poder. El poder está en Jesús El poder está en nuestra fe en Jesús. Judas dice Amados edificándoos en vuestra fe santísima. (Jd20).

Tenemos una fe santa, que es preciosa. Por que un don de Dios, para que coloquemos los ojo en Jesús y creamos en Él y vivamos en ÉL y seamos victoriosos en Él.

En ningún lugar de la Biblia dice: Que el Justo por el arrepentimiento vivirá, sino: Que Justo por la fe vivirá.

Necesitamos de una corrección a fondo, por que si vemos que alguien no anda bien nuestra tendencia es creer que no se arrepintió, no tomo la cruz, no se negó a si mismo. Puede ser verdad para algunos, pero muchas veces puede estar como Pablo. Dios ya produjo en él el querer, pero no todavía el hacer. ¿Cuántos hermanos que están ministrando a otros usando la palabra de la verdad en Cristo? ¿Las palabras de que Pablo tanto nos hablo en romanos y en todas sus cartas? De la victoria de Cristo.


Pablo termina en su testimonio hablando de la victoria que él tenía, cuando el Espíritu de Dios le revela, él dice: ¡Gracias a Dios por la cruz que yo tome, gracias a Dios por el arrepentimiento! ¿Fue esto? No!!

“Gracias a Dios por Jesucristo, gracias a Dios por Jesucristo”.

Si vamos a tener victoria en el Señor Jesús va ser de una sola forma: Por la fe en el hijo de Dios que nos amó y dio su vida por nosotros. No hay otra forma de ser victorioso que no sea en mirar y acercándonos a Jesús, nuestro Señor. Bendito arrepentimiento que nos lleva donde Él. Bendecimos el arrepentimiento que nos libera de las cadenas y que nos permite que le abracemos. ¡Él es nuestra victoria! El poder por tanto no está en el arrepentimiento. El arrepentimiento es una condición para vivir en el Espíritu. La victoria está en vivir por la fe.

¿Cómo funciona esto? ¿Cómo es que Dios produce el hacer?


Vamos a leer Jn1.16.
“Por que de su plenitud tomamos todos, gracia sobre gracia”¨

¿Puede haber alguien que no sea parte de todos? Yo me hago parte de “todos”.
¿Quienes han recibido de su plenitud? ¡Todos! ¿Qué significa recibir de su plenitud? Es recibir su santidad perfecta, su amor perfecto al padre, su vida santa, su humildad al extremo, sin haber nunca pensado mal, sin tener ningún egoísmo. Esa es la plenitud de Cristo.

Aquí nos dice la palabra que todos recibimos de Su plenitud. Nos miramos a nosotros mismos y nos preguntamos ¿yo recibí? Es ahí donde nos recordamos de nuestras peleas, nuestras amarguras, impurezas, flojeras que tuvimos en no hace muchos días atrás y decimos: “Yo recibí de su plenitud”, alguna cosa está errada, algo no está funcionando.
¿Cómo es que recibimos? ¿Recibimos o no recibimos?

Hay muchas cosas en la Biblia que parasen que son para esquizofrénicos, lo primero para un cristiano es ser esquizofrénico, parece que existen dos vidas: Tenemos una cabeza que nos lleva para un lado y una carne que nos lleva para otro... No sabemos si es la carne o es la mente quien nos dirige.

¿Recibimos o no recibimos?

Ahora preguntamos a todos: ¿Quien el mes pasado recibió toda la plenitud de Cristo? En su boca no se hallo engaño, santo como el Padre, humilde al extremo (parece que no hay nadie).
¿Que somos nosotros? ¿Esquizofrénicos? ¿Recibimos o no recibimos? Mas si recibimos como es que alguien nos dice, yo no se si tu recibiste, ¿recordamos de las últimos disentimiento que tuvimos con un compañero o compañera? ¿Tu no descubrías que el o ella habían recibido de la plenitud de Cristo?

Tengamos paciencia es preciso que este texto lo veamos en el griego en Jn.1.16 la palabra tomamos todos en el griego es “lambano”

Ocurre que esta palabra es usada muchas veces en el NT y con un sentido muy diferente del que se encuentra aquí. Cuando Jesús le dice a Pedro: Ve al mar tira un anzuelo y toma un pez, ¿sabes lo que Jesús dice? Pedro ve y “lambano” un pez. ¿Como es que Pedro sabia que el iba a tomar un pez? Bueno, si Jesús estaba diciendo ve y tómalo, era por que Jesús estaba dando un pez. Pedro tenía que ir y tomarlo.

Muchas veces esta palabra lambano aparece en el NT con este sentido. Cuando leemos que Jesús tomo los panes y dio gracias. Esto significa que el tomo los cinco y los dos peces con una mano y dio gracias. La palabra que aparece en los textos de los evangelios es lambano. Jesús tomo los panes y los peces. El niño que estaba con los panes y los peces ya los había dado para Jesús, Jesús solo tenia que hacer una cosa, Jesús tenia que (lambano) tomarlos.

Esta misma palabra es usada aquí; todos nosotros hemos recibido, o sea ya fue dado ¿pero recibimos o no recibimos? Esta es la cuestión lambano significa recibir-tomándolo.


Hay una ilustración muy buena que nos ayudará a entender este punto. Contaba un hermano de una mujer anciana de una vida miserable, muy enferma, postrada en cama y ardiendo en fiebre durante mucho tiempo ella vivía en estas condiciones. No tenía dinero para consultar a un medico ni menos para comprar remedios. Miserable total, postrada en una cama con sus sabanas todas rotas, ni tampoco un lugar apropiado para tomar un baño para aquella mujer.

Un día este hermano al saber de su situación decidió ir a visitarla para orar por ella. Ella le dijo cuando vio a este hermano; hace mucho tiempo que nadie la visitaba y se encontraba comiendo unos panes duros y quejándose de su vida miserable total. En estas condiciones y con un mal olor reinante en su habitación le pregunto ¿puedo orar por ti? Ella le respondió que bueno, necesito de tus oraciones. Mientras el oraba sus ojos se abrieron y se quedaron fijos en un cuadro que ella tenia fijado en la pared, era algo muy extraño por que no era una pintura era un montón de papeles escritos, ente tanto que oraba se preguntaba que era aquello y cuando termino le pregunto a ella.

 ¿Mujer que ese cuadro de la pared?
 ¡Ah! Eso es la única cosa buena que yo tengo por la cual me siento un poquito digna pero ¿no se lo que es? Por que yo no se leer, no se lo que está escrito en esos papeles. Pero me recuerdo que hace mucho tiempo a tras yo tenía unos tíos, gente muy buena, que me ayudaban, me daban comida, remedios cuando estaba enferma me ayudaban a limpiarme me cubrían es decir vivía mucho mejor que ahora. Después nunca más oí hablar de ellos, mi conclusión es que eran buenos ancianos que murieron.
Cierto día una persona vino y me entrego un rollo de papeles que mis tíos me dejaron, así que tome estos papales y decidí mandarlos a encuadrar para fijarlos en este lugar y así acordarme de ellos, cuando me siento desanimada, miserable como basura miro ese cuadro y me recuerdo de que tenía gente de bien y ya no me siento tan miserable, que tenía una familia de bien. El hermano pregunto... si podía ver el cuadro en seguida lo tomo y empezó a leer los papeles y descubrió que era una herencia que sus tíos le dejaron. En seguida tomo estos documentos y fue al banco con un abogado para reclamar su herencia. Aquella mujer miserable, era rica podía tener de todo lo que ella quisiera, pero vivía una vida miserable.

Pregunta: ¿Aquella mujer había recibido una herencia? ¡Si ella la había recibido! ¿Pero realmente la había recibido? Ella la recibió pero en realidad no la recibió. El hecho que ella la había recibido, pero no tomo posesión de su herencia.

Nos parece a ciertas personas que conocemos partiendo de uno mismo. Vamos a reuniones y miramos nuestro cuadro de la herencia y decimos ¡yo no soy tan miserable!


El Señor quiere que vivamos por la fe. No nos basta proclamar: ¡Tenemos un cuadro! Ni tampoco saber que tenemos una herencia que reclamar, si dejamos el cuadro en la pared. Tenemos que tomar, poseer (lambano), posesionarnos de la herencia. Ya la recibimos, pero necesitamos recibir—tomándolo. ¿Y como se recibe? Por la Fe.

¿Cómo es que es por la fe?
Este es un asunto que el Espíritu Santo nos puede enseñar el es poderoso para hacerlo. Cabe al Espíritu Santo llevarnos a una vida de fe. Pero no tenemos que dejar de ser ignorante en cuanto a la grandeza de nuestra herencia. Todos tenemos que saber que tenemos esa herencia. Ella existe, ella es una realidad.

Iglesia amada, tu herencia es toda la plenitud de Cristo, toda la vida de Cristo, toda la riqueza de su santidad y humildad de Cristo.

Necesitamos aprender a vivir por la fe, a andar en el Espíritu. Y andando en el Espíritu se va a manifestar la vida de Cristo en nosotros. ¡Renuncia y fe—fe y renuncia!
Necesitamos una revolución, un cambio profundo, un cambio de posición en el corazón, un cambio de énfasis, ¡nuestro énfasis tiene que se Cristo! ¡Nuestra vida tiene que ser Cristo! Si alguien quiere a Cristo hay una condición ¡Negarse a si mismo! Pero saber que negarse a si mismo no tiene poder, no esta la victoria ¡La victoria es Cristo! Es andar con Él, es mirar por Él, depender de Él es amarlo, sabiendo que Él nos amó primero.


No tenemos que desasociar todo este asunto del amor de Dios. Nosotros no podemos vivir por la fe si no estamos convencidos del amor de Dios. Es tremenda la revelación de la soberanía de Jesús, es grandiosa la revelación de la muerte de Cristo, de que el está sentado en un trono y la revelación que la iglesia debe funcionar a través de coyunturas y ligamentos.
¿Amados tenemos revelación de cuanto nos ama Dios? ¿Tienes revelación del amor incondicional de Dios? ¿Qué el amor para ti es perfecto? No podemos andar por la fe si no tenemos revelación del amor de Señor. Tenemos que comenzar a conocer el amor de nuestro padre. Tenemos un papa en los cielos que nos ama y nos dio a su hijo (1jn.4.89)


El Espíritu de Dios no quiere que nosotros sintamos más de una vez que fuimos capacitados a vivir la vida que Él quiere, todos los hijos de Dios ya tienen esa capacidad permanentemente en sus corazones. El Espíritu quiere que sepamos que somos coheredero con Cristo ¡Heredero! Heredero de Dios. La resurrección de Cristo es nuestra. El resucito de los muertos, no como Lázaro que resucito para morir o como el hijo de aquella mujer de Naim. Que resucito para después morir. Jesús resucito con un cuerpo incorruptible, poderoso que subió al cielo, ¡Somos herederos de su resurrección! Somos herederos de su poder, de su trono, somos herederos de su corazón. No debemos quedar con solo admirar a Jesús cuando le vemos. ¡El corazón de Él es nuestro! Aquella mente y aquel corazón puro son nuestra herencia.

Leamos (1Jn4.9)

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