viernes, 28 de agosto de 2015

Conducta del hombre fiel e idóneo en la casa de Dios.


2 Timoteo 2:2 Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.



Prioridades a la hora de edificar la Iglesia sólidamente

EL PROPÓSITO ETERNO DE DIOS
Todo lo que hacemos en la vida cristiana tiene que tener como fin el cumplimiento del “Propósito Eterno de Dios”.
Todo nuestro andar, debe desarrollarse dentro del Eterno Plan de Dios y debe apuntar a su cumplimiento. Todas nuestras actividades, trabajar, estudiar, casarnos, tener hijos, construir casas, adquirir bienes, etc., todo debe desarrollarse dentro de los planes de Dios, dentro de la voluntad de Dios.
Si esto es así, cuanto más, la edificación de la Iglesia (específicamente hablando) debe desarrollarse dentro de los énfasis que el Propósito Eterno de Dios establece.
El Propósito Eterno de Dios nos habla de CALIDAD, de UNIDAD y de CANTIDAD. Estos son los tres ejes, o los tres énfasis de la voluntad de Dios para nosotros  y no podemos dejar de tenerlos en cuenta en ningún aspecto de nuestras vidas y mucho menos como obreros y edificadores.
* Cuando decimos edificar la Iglesia nos estamos refiriendo específicamente a la tarea de responder a la gran comisión y al  llamado de funcionar en la Iglesia dinámicamente como Cuerpo y Familia.

EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA
En la edificación de la Iglesia participamos todos los que hemos nacido de nuevo. “Todos somos llamados a Jesús y todos somos llamados a su obra”.


Ningún cristiano debe sentirse o considerarse fuera del llamamiento de la Gran Comisión. Todos debemos estar enrolados en la obra. Todos somos obreros.

Por supuesto, cada uno ejercerá su sacerdocio conforme al nivel de madurez en que se encuentre. Nadie debe hacer más de lo que le corresponde y nadie debe hacer menos de lo que le corresponde.
Entonces nos preguntamos ¿Qué corresponde a cada uno? A cada uno le corresponde responder conforme al nivel de “madurez y de fruto” que tenga en ese momento. Para eso hemos planteado que la edificación de la Iglesia debe ser en base a niveles.
Sin entrar en detalles, nombramos simplemente los niveles en los que los obreros nos podemos encontrar en las distintas etapas de nuestra vida.
Hablando del sacerdocio de todos los santos distinguimos 4 niveles en los que podemos estar:
- Niños.
- Jóvenes.
- Padres.
- Hombres fieles e idóneos (HFI).
A modo de consideración general sería importante señalar que el desarrollo de un discípulo no se da en la forma en que un estudiante promociona de un año a otro, hay jóvenes que califican como tal, es decir son fieles y constantes y sin embargo todavía tiene cuestiones que terminar de resolver en algún área de su vida (ejemplo: es obediente y comprometido, sin embargo tiene desorden en su economía y trabajo), tiene gran importancia que no nos conformemos a esta realidad y demos vuelta la página minimizando estos problemas, pues más adelante pueden producir confusión (mal testimonio) y tropiezo para los que vienen detrás.


Es de gran importancia que seamos sobrios para pensar, y poseamos el discernimiento necesario para mirar bien a los que están a nuestro cuidado, delegando responsabilidades de acuerdo a su madurez real.


Este cuarto nivel, es el que comúnmente, en nuestro ambiente llamamos “líder”.
La diferencia entre “un padre” y “un HFI” está básicamente en que el padre es un que está “teniendo fruto” pero el HFI no solo tienen fruto, sino que en ellos hay una “consolidación del fruto” y hay un “carácter” por el que se les considera “fieles” e “idóneos”, “confiables y capaces”.
Entonces, necesariamente estos hombres, conforme al pasaje de (2Tim 2.2), deben estar enseñando a otros. Según el grado de madurez que tengan esos hombres a los que “cuida”, habrá dentro de este nivel, distintos sub niveles *:
- HFI que cuidan discípulos (niños y jóvenes)
- HFI que cuidan padres.
- HFI que cuidan otros HFI.
*Por supuesto que un HFI puede cuidar a varios hermanos en distintos niveles y algunos de estos hasta pueden ser niños. Pero deben ser reconocidos por su “fruto más consolidado”.
UTILIDAD PRÁCTICA DE ESTO
Este planteo, nos sirve como estrategia para ordenarnos en una estructura funcional que a su vez nos permita:
- Leer mejor la situación global en la que nos encontramos como equipo.
- Leer mejor situaciones particulares dentro del equipo.
- Plantear mejor los objetivos.
- Niveles de compañerismo y de referenciación.
- Grados de responsabilidad y cuidado.
A este último punto vamos a referirnos ahora (grados de responsabilidad y cuidado).
Cabe señalar además que como hemos entendido que una obra bien edificada, tiene como uno de sus principios  importantes la edificación en base a modelos, son estos hombres como buenos edificadores (peritos arquitectos) los que tienen que ofrecer un modelo concreto en cuanto a como trabajar.

Y son estos hombre los que con el tiempo, fruto, y capacidad demostrada deben ocupar los espacios de autoridad formal.

Filipenses 3:17
Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.


kathos: de acuerdo con…, justamente como…, exactamente como…, proporción de medida.

Tito 2:7
presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad,


Tupos: patrón de conducta, ejemplo imitable con solo verlo.


CUALIDAD INDISPENSABLE.


En la casa de Dios, todos los obreros, en todos los niveles, deben estar colaborando en la edificación de la Iglesia. Sean niños, sean jóvenes, sean padres o HFI, todos, deben estar aportando una cuota de servicio al Propósito Eterno.
Sin embargo sería de suma importancia enfatizar la cualidad de hombres irreprensibles en su carácter, a todos aquellos  que están  llevando responsabilidad como HFI, para ellos esta resulta una cualidad indispensable, como requisito excluyente, debe  tener un carácter irreprensible que respalde todo su aporte a la edificación de la casa de Dios.

La CALIDAD es el primer eslabón necesario para que el propósito Eterno de Dios pueda consumarse integralmente.


La CALIDAD me permite avanzar sobre la UNIDAD y CANTIDAD.
Así como requisitos para “obispos” y “diáconos” el carácter toma un papel preponderante, entendemos que también  en este nivel el carácter es un requisito fundamental en la edificación de la iglesia.
- Irreprensible no quiere decir “inmaculado”. Lo importante es que cuando surjan situaciones, estas sean resueltas. Si se me pincha una rueda debo arreglarla y seguir viaje. No puedo seguir avanzando con una rueda pinchada, si no se arregla el daño se hace mas grande.
- Permitámonos por un lado el desafío aspirar a una conducta irreprensible, y por otro sepamos frenar cuando no lo estemos siendo. Tomemos esto como parte de nuestra santificación.


- Amemos más a Dios que a la obra de Dios, de tal manera que agradarle en el “ser” esté por encima de agradarle en el “hacer”.
- Amemos  y corrijamos a los hermanos cuando no andan de manera irreprensible y  no nos escandalicemos porque un obrero aminora su marcha, o asume un perfil bajo hasta acomodar toda situación que pueda afectar su testimonio, haciéndole perder coherencia y credibilidad. Desearíamos que estos movimientos lleguen a ser interpretados con naturalidad.


- Actuando con paciencia y sabiduría para corregirnos unos a otros y seamos corregibles.
- En cuanto a ser “irreprensible” debe incluirse a la familia en esto.

Entendemos claramente que necesitamos encontrar un nuevo impulso para la evangelización, el discipulado y la formación de obreros. Pero entendemos claramente que para que esto suceda, antes debemos ordenar nuestro andar como equipo y priorizar un carácter en el liderazgo que pueda sostener el fruto que cosechemos.


Dos cualidades que no deben faltar: humildad y mansedumbre.


No debe haber nadie intocable, todos debemos tener dentro de nuestro entorno dos o tres personas, en lo posible hermanos iguales,  que me puedan corregir, como una expresión práctica de estos elementos que queremos que entren en escena de una manera más clara.


Como un mecanismo de defensa solemos reaccionar cuando somos corregidos, explicar en demasía los porque de tal o cual situación, aprendamos a ser sabios y reflexionar responsablemente en lugar de argumentar o justificar.


La humillación es siempre un paso adelante para los discípulos que quieren agradar a Dios, y resulta una enseñanza magistral para la iglesia ver a sus líderes humillarse cuando son corregidos.

Puede ocurrir que las amonestaciones que se nos hace no resulten justas ni objetivas, simplemente podemos responder: déjame orar y reflexionar sobre el asunto, para que luego en la quietud y la reflexión miremos si hay algún aspecto que deba ser tenido en cuenta.

Klainerman/Cuart/Lopez

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